La reforma de la Curia Romana se va materializando en nuevos nombramientos que fortalecen las nuevas estructuras creadas. Por ello el pasado 6 de octubre el papa Francisco nombró 21 nuevos miembros y 26 consultores del nuevos Dicasterio para los laicos, la familia y la vida. Esta lista de nombre incluye 3 cardenales, 2 obispos, 5 matrimonios y diferentes expertos del mundo de la Economía, la Medicina, la Teología o el Derecho. A este mundo pertenece una de las 5 nuevas consultoras, la profesora de Derecho Matrimonial Carmen Peña, de la Universidad Pontifica Comillas.
Una de las últimas obras de Peña, el estudio ‘Matrimonio y causas de nulidad en el derecho de la Iglesia’ ha alcanzado ya su segunda edición e incorpora las cambios normativos que el papa Francisco ha impulsado con los motu proprio ‘Mitis Iudex’ y ‘Mitis et misericors Iesus’, precisamente para dar respuesta a las necesidades detectadas en el Sínodo de la Familia.
La fuerza de la colaboración mutua
PREGUNTA- ¿Qué supone ser consultora de este gran Dicasterio de Laicos, Familia y Vida, aunque ya recorrió algunos de los pasillos vaticanos en el pasado sínodo sobre la familia?
RESPUESTA.-A título personal, agradezco la confianza depositada en mí y espero poder contribuir de algún modo, desde mi específica formación canónica y teológica, a la importante labor de este Dicasterio. La experiencia de tomar parte en el anterior Sínodo de la Familia fue una experiencia muy enriquecedora a nivel personal, profesional y de vivencia eclesial, y afronto esta nueva responsabilidad con ilusión y voluntad de servicio.
P.- Potenciar dicasterios como este puede ser una forma de desaterrar el clericalismo en la Iglesia, que tanto ha combatido el papa Francisco en este tiempo. ¿Qué pasos se pueden dar en este sentido?
R.-Efectivamente, ha sido significativo, en el contexto de la reforma de la Curia impulsada por el papa Francisco, la creación de este nuevo Dicasterio que integra los anteriores Pontificios Consejos de Laicos y Pontificio Consejo de Familia, en cuanto que supone potenciar y reforzar, también a nivel estructural u orgánico, la presencia de laicos en la Iglesia, tanto en su actuación a título personal, en base a su formación y competencia, como en cuanto reconocimiento de la ingente labor evangelizadora desarrollada por asociaciones de fieles o del relevante papel de los matrimonios y las familias cristianas, que ven reconocidas su condición de verdaderas Iglesias domésticas.
Y, sin fomentar artificiosas tensiones entre clérigos y laicos (de hecho, entre los miembros y consultores hay también bastantes sacerdotes y religiosos, como no podía ser de otro modo), es indudable que todos debemos trabajar juntos en bien de la Iglesia, y más en ámbitos que tocan tan directamente a los laicos como la familia o las asociaciones de fieles, pues no tiene sentido ignorar la riqueza que esta colaboración puede presentar, ni pretender mantener a los laicos como “cristianos de segunda”. Ya desde hace años se van incorporando laicos en cargos de responsabilidad en diversas instancias y organismos eclesiales; y aunque todavía persisten, en algunos ámbitos, ciertas resistencias, los nombramientos vaticanos mandan un mensaje claro para que se reconozca la responsabilidad y la actuación de los laicos en la Iglesia.
P.- ¿Cómo afronta una profesora de Derecho Matrimonial, usted lo es la Pontificia Universidad Comillas de Madrid, los retos que ‘Amoris Laetitia’ lanza a la pastoral matrimonial?
R.-En el contexto del Sínodo de la Familia, uno de los aspectos destacables de la actuación pontificia –tanto en la exhortación apostólica postsinodal ‘Amoris Laetitia’ como con la reforma de los procesos de nulidad llevada a cabo por el papa Francisco con los motu proprio ‘Mitis Iudex’ y ‘Mitis et misericors Iesus’– es el de poner de manifiesto el profundo sentido pastoral del Derecho canónico y el relevante papel que puede jugar en bien de tantos fieles y familias. Y esto se concreta al menos en dos dimensiones: por un lado, en cuanto ‘remedio’ o ‘sanación’ de supuestos de fracaso irremediable o de situaciones eclesialmente complejas, como las de los divorciados vueltos a casar, muchas veces las declaraciones canónicas de nulidad del matrimonio precedente pueden llevar la paz de conciencia a personas que han pasado por la difícil experiencia, a nivel personal y espiritual, de la ruptura conyugal; por esta razón, el Papa, en la reforma procesal, ha intentado mejorar estos procesos para que, manteniendo su carácter declarativo, sean más ágiles y accesibles a los fieles.
Construir familias sólidas y felices
P.- ¿Cuál sería la segunda dimensión?
R.-Por otro lado, y ésta es una dimensión que frecuentemente se olvida, el derecho canónico tiene también una dimensión ‘preventiva’ o ‘pedagógica’,en cuanto que refleja la concepción teológica y eclesial sobre el matrimonio y concreta los requisitos para “casarse bien”, para que la decisión de los novios de contraer matrimonio sea una decisión discernida, ponderada y realista. La labor fundamental de la Iglesia –y a ello contribuye también el derecho canónico, cuyo fin es la salvación de las personas– no es sólo tratar de dar respuesta a los dolorosos casos de ruptura conyugal, sino, de modo principal, contribuir, en la medida de sus posibilidades, a la constitución de matrimonios y familias sólidas y felices. Sería conveniente, por consiguiente, que tanto en la preparación al matrimonio como en la pastoral familiar en un sentido amplio se tengan en consideración las aportaciones del derecho matrimonial de la Iglesia, que es la concreción jurídica de la rica doctrina conciliar sobre la comunidad de vida y amor conyugal.
P.- Este nuevo grupo de consultores se ha conocido tras el Encuentro Mundial de las Familias de Irlanda y en pleno Sínodo de los jóvenes. Esta coincidencia temporal, ¿qué subrayados pueden aportar a la tradicional reivindicación de la belleza de la familia que ha hecho la Iglesia?
R.-Creo que puede afirmarse que, al menos desde la convocatoria en 2013 de los Sínodos extraordinario y ordinario de la Familia, hay una marcada línea de actuación a favor de los laicos y de la familia en la actuación pontificia, línea en la que cabría incluir la ya comentada creación del Dicasterio de Laicos, Familia y Vida, los nombramientos de bastantes laicos para formar parte del mismo, e incluso la celebración de este Sínodo de los jóvenes, que guarda clara continuidad con el anterior de la Familia.
Como se puso de manifiesto en el Sínodo de la Familia, en el que tuve la dicha de participar, las familias no son sólo objeto, sino primeros sujetos de la acción evangelizadora de la Iglesia, en cuanto primeras y fundamentales educadoras de los hijos y en cuanto que muestran con naturalidad a otras familias y personas la belleza y la realidad del mensaje cristiano sobre la familia.