En el marco del Día Internacional de la Niña, celebrado este jueves 11 de octubre, Entreculturas presentó el día 9, en su sede central en Madrid, su informe ‘Niñas libres de violencia’, dentro de su proyecto ‘La luz de las niñas’.
En dicho acto, entre un alud de cifras estremecedoras (como que más de 200 millones de menores han sufrido mutilación genital) y de testimonios ciertamente significativos, retumbó como un trueno esta frase de Sofía Gutiérrez, responsable de Comunicación de Fe y Alegría en Guatemala: “En un parto en mi país, la comadrona cobra menos si nace una chica”.
Un problema de mentalidad
Gutiérrez contó a los medios presentes cómo es la defensa de las mujeres en un país en el que se registran 4.000 víctimas de abusos sexuales, siendo el 70% de las víctimas menores. Una problemática que obedece a “un problema de mentalidad por el que las niñas valen menos que los niños”, pero que se acentúa en el caso de las menores indígenas, siendo la cultura maya “muy patriarcal”. Así, estas chicas “son las que más sufren, teniendo que hacer un esfuerzo si quieren estudiar, pues están sometidas a una dedicación casi exclusiva al trabajo doméstico”.
Y es que, en los entornos rurales, “donde muchas familias tienen entre seis y diez hijos, las niñas valen muy poco… Hasta el punto de que muchas son dadas a otras familias o casadas de un modo muy precoz, con el fin de quitarse los padres la responsabilidad”. En este sentido, hasta 62.000 guatemaltecas padecen el matrimonio forzoso.
Padres y hermanos violadores
Otras problemáticas son las violaciones, frecuentes “en los trayectos que las niñas recorren para ir a clase” o también en las propias familias, “siendo muchas veces los abusadores los propios padres, hermanos u otros familiares”.
En las zonas urbanas, sobre todo en los extrarradios, el panorama no es mucho más halagüeño para las menores: “Muchas niñas se convierten en víctimas de la trata por parte de las maras, convertidas en la práctica en ‘objetos’ que pertenecen al líder de la pandilla, que decide si le las queda para él o las entrega a otros compañeros”.
Una respuesta integral
La consecuencia de todas estas formas de violencia y postergación es que muchas niñas “no pueden vivir en plenitud la etapa de la infancia, pues les hacen sentir que no valen”. Frente a ello, entre otras iniciativas, Fe y Alegría impulsa el Club de las Niñas, “un espacio extraescolar para chicas de entre seis y doce años en el que pueden dedicarse a la creación artística, fomentado sobre todo su propia estima, siendo básicamente un lugar que sienten propio y en el que se mueven en clave de confianza, apoyadas en todo momento por una profesional que les ofrece atención psico-social”.
Además, Fe y Alegría, con el apoyo de Entreculturas, extiende su ayuda a 1.500 niñas en hasta ocho centros urbanos, siendo su objetivo para 2019 que esta acción se dé también en otros diez espacios rurales. En ellos tratan de implicar “a los compañeros masculinos, para que sientan este reto como algo propio a la hora de dar paso a un cambio cultural y de mentalidad”.