A través de un comunicado publicado en su web, el Patriarcado Ecuménico de Constantinopla ha confirmado “renovar la decisión ya tomada de que se proceda a garantizar la autocefalia a la Iglesia de Ucrania”. Es la resolución principal después de tres días de sínodo que han lleva a rehabilitar el Patriarcado Ecuménico de Kiev, excomulgado por la Iglesia Ortodoxa rusa a principios de los años noventa del siglo XX por apostar por la separación de Moscú.
De hecho, tal y como recoge el texto, se revoca el lazo legal de la carta sinodal de 1686 en la que el Patriarcado de Moscú tenía la última palabra sobre Kiev. La inestabilidad y confrontación que puede generarse a través del que ya es el mayor cisma de la cristiandad en casi un milenio -1054- es fruto, más allá de los motivos eminentemente religiosos, de la crisis política desatada en la región tras la anexión de Crimea por parte de Rusia en 2014 y el conflicto entre Kiev y Moscú que sigue abierto hoy. De hecho, Ucrania ha tachado a la Iglesia Ortodoxa Rusa de funcionar como un instrumento en manos del Kremlin.
Solo así se entiende la inmediata respuesta tras conocer la noticia por parte del presidente de Ucrania, Petro Poroshenko, que ha destacado que “las decisiones del Patriarcado Ecuménico y el Sínodo disipan finalmente las ilusiones imperiales y las fantasías ‘chovinistas’ de Moscú”.
Por eso, desde el Patriarcado de Constantinopla se ha instado “a todas las partes implicadas” a que “eviten la apropiación de iglesias, monasterios y otras propiedades, así como cualquier otro acto de violencia o venganza, para que la paz y el amor de Cristo permanezcan”.
Desde la Iglesia Ortodoxa Rusa, la reacción de rechazo ha sido inmediata. Así, Alexander Volkov, portavoz del Patriarca de Moscú, ha calificado de “catastrófica” la manera en la que se ha resuelto la petición ucraniana “para toda la ortodoxia mundial”.
“Podemos catalogar de legalización de la escisión lo que fue aprobado en el Sínodo de la Iglesia de Constantinopla”, ha valorado Volkov, que ha denunciado cómo el patriarca Bartolomé de Constantinopla “no ha escuchado las múltiples voces que se oían en todas partes del mundo ortodoxo” y “ha traspasado una ‘línea roja’” con su decisión.
Desde la propia Ucrania, la facción que respalda al Patriarcado de Moscú se ha declarado en rebeldía y ha descrito el proceso como “ilegal”. “Está claro que ese acto revela una profunda enemistad ante la Iglesia”, ha afirmado esta comunidad.