“Jorge Mario Bergoglio fue el primer obispo que se atrevió a confirmar en una Villa Miseria porque el resto enviaban a delegados. Siempre llegaba en autobús o en metro, porque nunca quería perder el contacto con el pueblo”. Así lo certifica la hermana Delia Báez Espínola, Misionera Cruzada de la Iglesia, que trabajó mano a mano durante siete años con él hoy papa Francisco, cuando era obispo auxiliar de Flores, dentro del Gran Buenos Aires.
“Cuando los migrantes peruanos paraguayos y boliviano llegaron a las villas, sus hijos no tenían documentación y no podían ir a la escuela. Gracias a Bergoglio y al apoyo económico que nos brindó, pudimos abrir la escuela San Gaetano que actualmente funciona a pleno rendimiento”, ha explicado la religiosa en un encuentro con periodistas en la Sala Stampa del Vaticano, con motivo de la canonización de la madre Nazaria Ignacia de Santa Teresa de Jesús, fundadora de las misioneras cruzadas de la Iglesia.
Una obra viva
“Los desafíos que estamos viviendo en América, desde los desplazados y deportados a los nuevos pobres, nos recuerdan que estamos allí donde madre Nazaria le gustaría estar”, reflexiona la hermana Delia Báez Espínola que espera emocionada a la celebración que tendrá lugar mañana en la Plaza de San Pedro: “Nunca pensábamos que pudiera ser Papa y por eso ahora es muy especial que conociéndonos tanto, sea él quien canonice a nuestra fundadora”.
La relación entre Bergoglio y las Misioneras Cruzadas de la Iglesia era tal que visitaba con asiduidad la casa fundada por madre Nazaria en la capital argentina: “Por aquí ha taconeado una santa”, decía cuando se reunía con ellas, profetizando la canonización que tendrá lugar hoy.
