El aula Pablo VI se vino literalmente abajo cuando se vislumbró la figura del Papa. El griterío de los miles de salvadoreños presentes en la audiencia con motivo de la canonización de Oscar Romero fue correspondido con el buen humor de Francisco. “Me impresionó al entrar una abuela de 90 años que gritaba como si tuviera quince. Este es el Pueblo de Dios”, bromeó.
Tras celebrar una eucaristía de acción de gracias por la canonización de Óscar Romero, presidida por el cardenal Gregorio Rosa Chávez, el Papa presentó al nuevo santo como “un pastor insigne del continente americano”. “San Oscar Romero supo encarnar con perfección la imagen del buen Pastor que da la vida por sus ovejas”, defendió Francisco al que presentó como “ejemplo de predilección por los más necesitados de la misericordia de Dios” además de como “estímulo” para avanzar en la “unidad en la pluralidad” dentro de la Iglesia. “¡Cuiden al Santo Pueblo de Dios! ¡No le escandalicen!”, les indicó a los pastores.
A partir de ahí, animo a los sacerdotes y religiosos salvadoreños a trabajar “sin descanso” para perdonar, acoger con ternura y ser “denuncia profética de los males del mundo”. El Papa se detuvo en el pasado y presente de El Salvador para recordar que “no han faltado las dificultades y el flagelo de la división y la guerra, la violencia se ha sentido con fuerza en la historia reciente. Pero ese pueblo resiste y va adelante”. “No son pocos los salvadoreños que han tenido que abandonar su tierra buscando un futuro mejor”, apuntó a continuación solidarizándose con el éxodo migratorio.
Un ejemplo para Latinoamérica
Así, Francisco continuó precisamente mostrando a la canonización de san Romero como “una oportunidad excepcional para lanzar un mensaje de paz y reconciliación a todos los pueblos de Latinoamérica”.
“El Pueblo de Dios quería a monseñor Romero. ¿Y saben por qué? Porque el Pueblo de Dios sabe olfatear bien dónde hay santidad”, explicó el Papa, que pidió a Angelita Morales, la asistente personal del arzobispo mártir, que se acercara al escenario para abrazarle y agradecer personalmente ese respaldo popular. Y para terminar, bromeó una vez más con los peregrinos: “¿Ustedes pagarán entrada para entrar acá?”, planteó a los peregrinos: “El precio es que recen por mí”.
Durante la audiencia, el arzobispo de San Salvador, José Luis Escobar Alas, agradeció la implicación personal de Bergoglio para canonizar a Romero. A la vez, manifestó ante el Papa varias peticiones de la Iglesia salvadoreña, entre ellas, la invitación a que visite el país, el inicio del proceso de beatificación del padre Rutilio Grande y la apertura del proceso para que Óscar Romero sea proclamado doctor de la Iglesia.
“Estamos seguro que su valiosísimo magisterio y su testimonio de vida iluminará a un mundo en oscuridad, con gravísimas injusticias sociales”, señaló Escobar que aprovechó la ocasión para salir en defensa del Sucesor de Pedro: “En estos tiempos de turbulencia en la Iglesia, expresamos nuestra absoluta fidelidad, apoyo y oración”.