Un sacerdote debe ser “humano, normal, estar en su lugar y nunca escandalizarse”, dijo Francisco a los seminaristas de las diócesis lombardas el pasado sábado 13 de octubre. Hoy, día 16, se ha dado a conocer el texto del encuentro en la Sala Clementina del Vaticano, en la que el Papa respondió a las preguntas de varios seminaristas.
Uno de los temas tratados fue cómo actuar ante los escándalos de la Iglesia, sobre todo en los casos de abusos a menores. Bergoglio recordó que “el pueblo de Dios tiene gran sabiduría pero no sabe perdonar a quienes maltratan a las personas y al sacerdote que está atado al dinero”. Así pues, instó a los jóvenes a informar al obispo de su diócesis al detectar estos casos, así como a las personas cercanas de quien causa el escándalo.
“La Iglesia debe ser ‘en salida’ como Jesús quiere, y no una Iglesia ‘de paso'”, repitió Francisco, ya que “la salida no es una aventura, sino mandato del Señor” al que están llamados los sacerdotes, “incluso si es difícil hacerse entender, ser aceptado o si se es expulsado”.
El Papa ha invitado a los asistentes a hacer cosas concretas: estar cerca del pueblo de Dios por medio de los actos y cerca de Jesús a través de la oración. “Ustedes deben ser pastores, no clérigos del Estado”, subrayó Francisco, ya que el clericalismo “es una perversión de la Iglesia, y un sacerdote que se centra en cosas superficiales se aleja del ideal de Jesús”.
La duda es una cruz fecunda
Las dudas también preocupan a los seminaristas, que expresaron cómo podían “estar ante la cruz de la duda” y continuar con el esfuerzo de seguir a Jesús. Ante esto, el Papa recordó que “la duda es una cruz, pero fecunda, que nos pone en crisis, nos acerca al Señor y por lo tanto se convierte en una riqueza”. Para afrontarla, “lo importante es dialogar con aquellos que nos acompañan en el camino espiritual de manera abierta y sincera”, dijo, instando a los seminaristas a tomar la duda como “una invitación a buscar la verdad y el encuentro con Jesucristo”.
Por último, Bergoglio señaló la necesidad de trabajar mejor para que se comprenda “la dimensión litúrgica y comunitaria de la celebración eucarística”. En este sentido, Francisco puso el ejemplo de un sacerdote capaz de acercarse a los jóvenes con una catequesis de 5 minutos, convirtiéndose con el tiempo en algo más amplio y acabando en la adoración eucarística.
“La Eucaristía es un misterio que debe explicarse paso a paso”, dijo. “A veces la misa es una vigilia fúnebre y es por ello que se recomiendan homilías breves, a lo sumo 8 minutos, marcadas por una idea, una imagen y una palabra”, explicó.