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“Las heridas no prescriben”, dice víctima de abuso de sacerdote en Chile





En julio pasado Constanza Acuña decidió hacer pública su denuncia presentada poco antes en la Fiscalía. Un año antes había presentado en la justicia canónica su acusación a un sacerdote, además su padrino de Confirmación, quien abusó de ella durante 10 años. Quiso saber del proceso enviando mensajes electrónicos al obispo de Villarrica, con copia a otros obispos, al no tener información, acudió a la justicia civil.

Es la secretaria ejecutiva del Área de Educación en la Conferencia Episcopal de Chile, licenciada en Historia de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Mujer firme y profundamente de Iglesia, aceptó hablar con Vida Nueva Digital sobre su actual rol en la Red Nacional de víctimas de abuso eclesiástico.

Pregunta: ¿Cómo te ha impactado haber hecho pública la denuncia?
Respuesta: Trabajo en la Conferencia Episcopal, por tanto estoy dentro de la Iglesia, entonces mi denuncia contra un sacerdote y contra un obispo que no cumplió con su tarea, hacen de esto un proceso complejo, difícil en lo personal. Estoy tranquila porque siento que estas cosas las guía Dios y me pongo en sus manos.

P: No es frecuente saber de mujeres víctimas…
R: Es contradictorio. Las cifras en el país hablan de mayor cantidad de mujeres abusadas, pero en el ámbito eclesiástico la cantidad de varones es enorme. Eso tiene que ver con la formación que reciben los hombres en la iglesia. Por mucho tiempo fui la primera mujer que denunció a un sacerdote, lo que animó a muchas otras. Ahora mi propia denuncia se ha ido ampliando con otras personas que también han acusado al mismo sacerdote.

P: ¿Cómo nace la red?
R: Conocí a Eugenio de la Fuente, sacerdote, víctima de Karadima, con quien tomamos conciencia del abuso de conciencia, que no estaba en la discusión pública en Chile. Ese tipo de abuso emana de lo más profundo de la iglesia y abarca no sólo a la víctima, sino también a su familia y su entorno. Con Eugenio y un grupo de personas que se sentían solas, que vivían la misma experiencia integramos la Red que tiene su coordinación propia. En una velatón fuera de la Catedral nos contactamos con otros sobrevivientes. Cuando abrazas a otra víctima, es impresionante sentir que tiene el mismo dolor que el tuyo. Es un vínculo muy fuerte y es el que sostiene la red en la que nos acompañamos y en la que Eugenio ha sido un apoyo enorme. Queremos ayudar a otros, sean creyentes o no, y lo que hacemos es pedir a la Iglesia y al Estado que se preocupen de las situaciones de abuso en la iglesia católica.

P: ¿Qué acciones esperan del Estado?
R: El 2014 las Naciones Unidas emitió un informe al Vaticano respecto al abuso. Siendo el Vaticano un Estado que pertenece a Naciones Unidas, hay que considerar que actúa como un Estado en otro Estado, ya que en Chile las instituciones católicas deben estar sometidas a la legislación nacional, al tiempo que siguen la legislación canónica. Por tanto, hay una responsabilidad del Estado de velar por lo que sucede en estas instituciones católicas que tienendependencia del Estado Vaticano. No es sólo un compromiso de la Iglesia con las víctimas, con su reparación integral y reincorporación total, también es tarea del Estado cuidar a los más vulnerables, en especial los niños cumpliendo la Convención de los Derechos del Niños a las que adscriben el Vaticano y Chile, para su reincorporación social. Hemos pedido al Gobierno crear una comisión permanente de trabajo en el que se analice lo que ocurre en instituciones de iglesia, porque este no es un problema de privados.

P: Y, ¿qué esperan de la Iglesia?
R: Nos hemos preocupado mucho de pedir perdón y el Papa ya pidió perdón, ya habló que tenemos que mirar con horror y vergüenza los delitos cometidos. Las palabras tienen que ir asociadas a hechos. Yo espero de la Iglesia, hechos respecto de estas conductas que el Papa condena, como también nosotros. Esta es una lucha colectiva en la que queremos que la sociedad tome conciencia del abuso eclesiástico cuya raíz está en el abuso de conciencia, en el que una como víctima está sometida al abusador, y llevamos con nosotras a la familia.
El Papa recién ha dicho que “las heridas no prescriben” y eso es muy fuerte: nuestras heridas no prescriben. Por eso también pedimos al Estado que apruebe el abuso sexual con carácter de imprescriptibilidad y carácter retroactivo para que se puedan abrir las causas antiguas contra personas que aún pueden seguir haciendo daño.

P: ¿Qué medidas se deben tomar?
R: Pedimos a la iglesia, primero, que colabore con la justicia civil, que sus investigaciones sean transparentes y entreguen los antecedentes a las autoridades competentes del Estado y que, considerando los delitos cometidos por un sacerdote, se tomen medidas drásticas y severas. Si son personas que han cometido crímenes deben estar en prisión. Cuando el Papa ha dimitido del estado clerical a sacerdotes y ahora obispos, lo que hace es quitarles el sustento del poder para que no sigan propiciando situaciones abusivas.

 

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Alicia Ruiz López de Soria, ODN







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