El gobierno norteamericano llevó a cabo esta semana dos acciones relevantes que le merecieron el reconocimiento de la Conferencia de Obispos de ese país (USCCB, por sus siglas en inglés).
Por un lado, el arzobispo Timothy Broglio, presidente de la Comisión de Justicia Internacional y Paz de la USCCB, y Sean Callahan, presidente de Catholic Relief Services (CRS), elogiaron al Congreso por promover la Ley de Extensión del Plan de Emergencia del Presidente para el Alivio del SIDA (PEPFAR), cuya iniciativa tiene como finalidad ayudar a salvar la vida de las personas con ese padecimiento a nivel mundial.
“Damos la bienvenida a la reautorización del PEPFAR en el Congreso; hasta ahora ha salvado millones de vidas, ha prevenido millones de nuevas infecciones y ha brindado apoyo a 6,4 millones de huérfanos, niños vulnerables y sus cuidadores de todo el mundo”.
La lucha continúa
Broglio y Callahan consideraron que dicha acción allana el camino “para el paso final y para otros cinco años de liderazgo” de los Estados Unidos en la lucha contra el VIH, la tuberculosis y la malaria, así como para la protección y el apoyo de los huérfanos y los niños vulnerables.
“A través del trabajo del PEPFAR, en asociación con otros gobiernos y comunidades, Estados Unidos ha cambiado el curso de la pandemia del SIDA a nivel mundial. Desde 2003, cuando se autorizó por primera vez, PEPFAR recibió un fuerte apoyo bipartidista en el Congreso”.
Aclararon que la legislación establece la política de Estados Unidos en apoyo al Fondo Mundial para la Lucha contra el SIDA, la tuberculosis y la malaria. “Los programas de salud respaldados por la asociación del Fondo Mundial salvaron 27 millones de vidas a finales de 2017. En general, el número de muertes causadas por el SIDA, la tuberculosis y la malaria cada año se ha reducido en un tercio desde 2002 en los países donde el Fondo Mundial invierte”.
Una pena errónea
Por otra parte, Frank J. Dewane, obispo de Venice, Florida, y presidente del Comité de Justicia Doméstica y Desarrollo Humano de la USCCB, se congratuló tras el fallo de la Corte Suprema de Washington que anuló el estatuto estatal de pena de muerte, y reiteró el llamado de la Iglesia para poner fin a la misma.
Señaló que la Corte Suprema de Washington es digna de elogio por su decisión unánime de anular dicho estatuto, y recordó que en el discurso de 2015 ante el Congreso de los Estados Unidos, el papa Francisco pidió la abolición global de la pena de muerte, y explicaba: “estoy convencido de que ésta es la mejor manera, ya que cada vida es sagrada, cada persona humana está dotada de una dignidad inalienable, y la sociedad sólo puede beneficiarse de la rehabilitación de los condenados por delitos… a un castigo justo y necesario, nunca debe excluirse la dimensión de la esperanza y el objetivo de la rehabilitación”.
Asimismo, consideró que en la opinión del Tribunal, la pena de muerte se consideró “inválida porque se impone de manera arbitraria y racial“. Esto refleja –añadió Dewane- una de las razones para oponerse a la pena de muerte que los obispos dieron en un mensaje en 2005 denominado “Una cultura de la vida y la pena de muerte”.