“Creo que el Señor está pidiendo un cambio en la Iglesia”. Son las palabras del papa Francisco en respuesta a las preguntas que los jesuitas bálticos le hicieron durante su encuentro privado con motivo del viaje a esas tierras a finales de septiembre. Su diálogo con 28 miembros de la Compañía de Jesús, se ha hecho público hoy, 17 de octubre, como ya es tradición, por el director de La Civiltà Cattolica, Antonio Spadaro, SJ.
‘Si cum Iesuitis itis, non cum Iesuitis’ (“Si con los jesuitas vais no vais con Jesús…”). Risas nada más comenzar. Así se presentó al Papa ante ellos para ser “interrogado”. Antes de comenzar, dicen que el provincial va a decir unas palabras. “Sí, claro, así lo hacemos todo más jerárquico”, dice entre risas.
Un jesuita mayor se pone en pie para dirigirse a Bergoglio: “Veo que usted tiene un amor especial por los jóvenes y por el apostolado de los jóvenes. Tiene una gran atención para con aquellos que parecen no importantes, para los perdidos, para los descartados…”. Y el Papa toma la palabra: “Me agrada que un jesuita de cierta edad hable con tanta simpatía de los jóvenes. Esto es muy importante: el encuentro entre jóvenes y viejos. Porque son los abuelos los que transmiten a los nietos la memoria de un pueblo, de la experiencia y de la religión. Los padres están a mitad de camino, dan alguna cosa, pero las raíces están en los viejos. Y los jóvenes deben preocuparse de escuchar a los viejos, como usted se preocupa de escuchar a los jóvenes”.
Otro jesuita, todavía diácono, le preguntó acerca de la cercanía, porque “me parece que esto es lo que falta en nuestros países. A veces creamos distancias por miedo a encontrarnos con las personas”. A lo que Francisco contestó con contundencia: “La cercanía es la actitud más antigua de Dios. Él mismo se presenta así: cercano. Y después se hizo todavía más cercano: se hizo uno de nosotros. Cualquier pastoral que olvide esto está destinada al fracaso. Jesús se hizo cercano a los marginados, a los pecadores, a las prostitutas… Los puros, los profesionales de la religión, se escandalizaban”.
El confesor, “siempre un padre”
Además, el diácono interviene sobrecogido por las palabras del Papa sobre la confesión. “Me ha parecido muy fuerte lo que dijo sobre la confesión: ‘El confesionario es el lugar donde se vive el ministerio de la misericordia’. Y también cuando dijo que, incluso en los casos en que no se puede dar la absolución, hay que acoger”, continuó. Bergoglio responde: “Si un sacerdote echa de mala manera a un penitente, el obispo debe preguntarse si es oportuno quitarle la licencia de confesar, porque el confesor debe expresar paternidad. El confesor está allí para abrazar al hijo pródigo, al hijo perdido. Y siempre, siempre, si eres padre, siempre encuentras el modo de perdonar”.
En este sentido, les comentó la anécdota de un “gran” confesor capuchino que hay en Buenos Aires. “Va a confesarse con él todo tipo de personas: laicos, sacerdotes, religiosas, ricos, pobres… Y él es un gran perdonador. Para ser un buen confesor es necesario que uno sea un gran perdonador o… ¡que sea sordo! A veces este confesor siente escrúpulos de ser demasiado padre, es decir, de perdonar demasiado. Y entonces se va delante del sagrario y dice: ‘Señor, discúlpame, perdóname. He perdonado demasiado. ¡Pero el mal ejemplo me lo has dado tú!’. Este confesor no es de manga ancha, pero es verdaderamente un padre”.
Un seminarista le confesó que le había ayudado en su vida y que había dado “mucho” a la Iglesia. Por eso, le preguntó de qué manera puede ayudarle en su pontificado. “¡Gracias! No sé qué pedir”, contestó, para luego añadir: “Lo que hoy hay que hacer es acompañar a la Iglesia en una profunda renovación espiritual. Yo creo que el Señor está pidiendo un cambio en la Iglesia. He dicho muchas veces que una perversión de la Iglesia hoy es el clericalismo. Pero cincuenta años atrás lo había dicho el Concilio Vaticano II: la Iglesia es el pueblo de Dios. Siento que el Señor quiere que el Concilio se abra camino en la Iglesia. Los historiadores dicen que para que un concilio sea aplicado hacen falta cien años. Estamos a mitad de camino. Por tanto, si quieres ayudarme, actúa de manera que lleves adelante el Concilio en la Iglesia”.