José Reginaldo Andrietta: “El Sínodo debe ayudar a los jóvenes a integrar el trabajo a sus proyectos de vida”

  • El obispo de Jales (Brasil) conversa con Vida Nueva sobre los desafíos de la Iglesia de cara a la pastoral del mundo del trabajo y a la juventud trabajadora
  • “Defender la dignidad y los derechos de los trabajadores no puede ser entendido como ideológico, sino que hace parte de los valores del Evangelio”, alerta el prelado

José Reginaldo Andrietta: “El Sínodo debe ayudar a los jóvenes a integrar el trabajo a sus

Nombrado obispo de Jales (Brasil) por el papa Francisco en 2015, desde sus tiempos de seminarista José Reginaldo Andrietta ha acompañado a la Juventud Obrera Cristiana (JOC), llegando a convertirse en uno de sus más influyentes propulsores a nivel mundial. Ciertamente, ha dedicado gran parte de su vida y su ministerio a la juventud trabajadora.

En el marco del Congreso Latinoamericano y Caribeño de la Pastoral del Mundo del Trabajo que organizó el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) a través del Departamento de Justicia y Solidaridad, en Bogotá, a inicios de este mes (1 al 04 de octubre), Vida Nueva conversó con el obispo de Jales para analizar los desafíos de la Iglesia de cara a la defensa de los trabajadores.

“La Iglesia en América Latina siempre ha avanzado en esta comprensión de cambiar las estructuras de la sociedad para encontrar la solución al problema social de la exclusión y la pobreza”, ha dicho, consciente de que todavía hay mucho por hacer en la sociedad y en el seno de la misma Iglesia, donde se hace imperativo el cambio de estructura de las relaciones entre trabajadores y empresarios.

Con radicalidad propone que “los empresarios deben comprender que deben asumir la condición de trabajadores y recibir su sueldo como los demás reciben y si hay una ganancia en la empresa es para aplicar en lo social”.

Soluciones de raíz

PREGUNTA.- ¿Cómo evalúa la acción de la iglesia en la pastoral del mundo del trabajo en América Latina y el Caribe?

RESPUESTA.- En primer lugar, hay una historia larga del compromiso de la Iglesia desde lo social en la opción por lo pobres, y cada vez más emerge la comprensión de que los pobres pertenecen a una clase trabajadora. El propio papa Juan Pablo II en su encíclica ‘Laborem exercens’ señaló que hay una relación entre el capital y el trabajo en la historia de la humanidad y que hay una prioridad del trabajo sobre el capital, entendiendo que quienes están viviendo en situación de exclusión social y pobreza son aquellos que tienen derecho a la vida digna a través del trabajo, pero están desempleados.

La cuestión es que hay sectores en la Iglesia que no comprenden muy bien esto y hacen un trabajo social que si bien van en la línea de atender a los pobres, no logran solucionar los problemas desde sus causas más profundas, me parece que es hora entonces de avanzar en esta comprensión y fortalecer las iniciativas de formación de los cristianos católicos en el mundo del trabajo, reivindicando siempre las condiciones dignas, pero desarrollando también la espiritualidad.

Integrar el trabajo al proyecto de vida de los jóvenes

P.- ¿Cómo se incluyó en el Sínodo sobre los jóvenes el tema del trabajo?

R.- En el documento preparatorio hubo elementos genéricos al respecto. En este sentido es necesario avanzar en la línea de platear esta cuestión fundamental. Los jóvenes necesitan pensar sus proyectos de vida y esto significa también su proyecto profesional, y si justo en ese periodo de la juventud la Iglesia logra motivar a los jóvenes a reflexionar sobre su vocación desde el mundo del trabajo, puede ser que ahí descubran también la función social del trabajo con el sentido de misión, porque el trabajo también aporta esto, y más cuando los jóvenes que se comprometen a vivir un ideal de vida, pues se asocia más a la identidad del Cristo, quien desde el taller de carpintería aprendió a conocer la realidad de los trabajadores.

En este sentido si el sínodo logra ayudar a los jóvenes a pensar la necesidad de integrar el trabajo a sus proyectos de vida, [ellos] van a descubrir el sentido de su misión y, por  lo tanto, consagrar su vida en vocaciones especiales.

P.- ¿Cuál es su posición sobre la erradicación del trabajo infantil?

R.- Hay que pensar el trabajo no en el sentido de un vínculo de empleo, sino desde la responsabilidad progresiva. Sin embargo la sociedad no está preparada para esto y plantea solamente vínculo de empleo cuando hay una oportunidad laboral. Por tanto hay que acompañar a esos niños en la línea de mejorar sus condiciones de vida donde puedan estudiar, jugar, desarrollar todo su potencial. Por ello hay que pensar desde la progresión no solo en el sentido de ir en contra o no del trabajo infantil, sino que es un asunto que implica integrar esta dimensión en el sentido pleno de lo que significa el trabajo.

La Iglesia y el fortalecimiento de las organizaciones de trabajadores

P.- Respecto a las nuevas formas de subempleo y tercerización que persiste, ¿qué puentes de diálogo ha construido la Iglesia con los Estados?

R.- No puedo hablar por todo el continente. Vengo de Brasil y reconozco que hay mucho países de América Latina –y Brasil en particular– donde los trabajadores están perdiendo derechos ya conquistados durante muchísimos años y justamente las reformas laborales hechas generan más informalidad del trabajo y de allí el subempleo como también la tercerización. Ese un fenómeno muy grave de muchos países porque es una orientación internacional del capital, afectando con ello las políticas públicas del Estado en ese sentido.

La Iglesia siempre está trabajando en la potencialización de las organizaciones de los trabajadores para que las mismas organizaciones debatan con instancias públicas y presenten sus reivindicaciones y alternativas. Esa siempre será la postura de la Iglesia. En este sentido, la Iglesia jamás remplazara el papel de las organizaciones sino que busca fortalecerlas, entonces la Iglesia presenta públicamente su visión en el sentido de defender la dignidad y los derechos de los trabajadores para avanzar. No defiende una postura o un modelo económico en particular, sino que sencillamente está defendiendo a la clase trabajadora y eso no puede ser entendido como ideológico, sino que hace parte mismo de los valores del Evangelio.

El empresario también es un trabajador

P.- En cuanto al mundo empresarial, ¿qué relación tienen desde la iglesia con los empresarios católicos? 

R.- Hay instancias nacionales en Brasil de organizaciones de la Iglesia acompañando iniciativas muy positivas de los empresarios que fomentan encuentros y estudios sobre los principios del iglesia católica y hacen también lo posible por aplicar estos principios para desarrollar empresas con un carácter más social.

Tiene que haber una apertura mayor por parte del empresariado, es decir, estamos dentro de un sistema y tenemos que cambiar ese sistema. Por lo tanto, no se trata solamente de mejorar las condiciones de los trabajadores y demostrar que los empresarios son más éticos, sino que el sistema como tal debe ser ético. El empresario debe comprender que todos somos trabajadores y trabajadoras, cada uno recibir según su necesidad, pero tener un nivel de igualdad muy grande en ese sentido, de tal modo que el Estado garantice que todo esté en función del bien común y no haya grandes diferencias entre quienes trabajan. 

Los empresarios deben comprender que deben asumir la condición de trabajadores y recibir su sueldo como los demás, y si hay una ganancia en la empresa es para aplicar en lo social, en beneficio de todo los trabajadores. Así, las empresas deben entrar en una dinámica de una economía de cooperación y no de competición, puesto que la cooperación es un valor fundamental en el Evangelio y esto dependerá del proceso evolutivo de esta conciencia porque la humanidad debe caminar hacia eso, si no continuará destruyéndose y todos saldremos perdiendo.

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