“Para la sociedad la cárcel es un mundo oscuro y desconocido”, ha dicho a Vida Nueva Florencio Roselló, mercedario y director del departamento de Pastoral Penitenciaria en España. Bajo esta premisa, y para concienciar acerca de la pastoral en la Iglesia y la sociedad, se han organizado las XXX Jornadas Nacionales de Capellanes y Delegados Diocesanos de Pastoral Penitenciaria en Madrid.
“Hay una realidad muy importante en la vida de muchos capellanes y voluntarios que no se conoce”, señala Roselló tras concluir hoy, 18 de octubre, las jornadas, que han contado con la presencia no solo de los 75 agentes de la pastoral y de la Iglesia, sino también con políticos y medios de comunicación “para facilitar el debate en las mesas redondas”.
Conocer la realidad de las prisiones
“El mundo de la prisión va mucho más allá del morbo, que parece ser lo único que interesa”, añade. Sin embargo, en prisión “hay muchos hombres y mujeres que quieren salir de esa realidad y necesitan ayuda”.
Roselló indica que ha sido muy interesante comprobar cómo muchos de los participantes desconocían la realidad de las prisiones y que incluso los políticos han reconocido que “en sus programas no hay nada o casi nada relacionado con las cárceles”.
Unos centros penitenciarios que “incluso están fuera de las ciudades, ni siquiera se ven”. “Por todo esto hemos mostrado nuestras inquietudes a las dos vertientes, la Iglesia y la política”, señala. Y es que el servicio que se da desde la pastoral “es un servicio social en el que se atiende a todo el mundo, sea creyente o no”.
Olvidados por la sociedad
“El haber estado en prisión genera siempre una opinión negativa para la sociedad: quien ha estado es porque ha hecho algo”, explica. Sin embargo, señala que “hay mucha gente que si hubiera tenido la vida de muchos de nosotros no estarían ahí dentro”.
Roselló indica que lo principal que quieren destacar con la celebración de actos como estos es que las personas que están dentro tienen su propia historia. “Es sorprendente la cantidad de personas que por su situación social parece que tienen marcados desde pequeños que van a entrar en prisión, y esto es completamente injusto porque dentro hay gente válida y muy buena”.
“Además de ser Iglesia somos sociedad, y por eso no nos podemos olvidar de los que más nos necesitan”, dice. “Cuando una persona sale de la cárcel tiene muchas limitaciones, así que el hecho de que se rehabilite no depende solo de ella, sino de toda la sociedad”, explica. “Es difícil salir adelante sin los medios para normalizar la vida, además de que es muy complicado rehabilitarse si no se hace en espacios de libertad”, subraya.
3.500 hombres y mujeres que salen de la cárcel y no tienen a dónde ir son acogidos por la Iglesia española. Sin embargo, para Roselló “falta un enganche entre prisión y sociedad”. Pero esto no se puede lograr si esa misma sociedad ignora estas necesidades. Y es que, “como decía san Agustín, no se ama lo que se desconoce”.