Con motivo de la celebración del día internacional de la alimentación el pasado 16 de octubre, Cáritas Venezuela expresó en un comunicado su preocupación por “la situación de dependencia, sumisión y disimulo sobre la situación alimentaria del país”, aseverando que “después de 5 años de crisis, nos estamos resignando a una alimentación escasa, deficiente y costosa”.
Cáritas señala –con datos Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO)– que “Venezuela es el quinto país con mayor proporción de niños con retraso del crecimiento en América del Sur en el trienio 2012-2014”, situación que compromete a las generaciones de relevo.
Todo esto ha llevado a “solicitarle al Ministerio del Poder Popular para la Alimentación, al Instituto Nacional de Nutrición y al Ministerio del Poder Popular para la Salud, una reunión de urgencia para conocer los planes de acción del Estado, actualizar los datos y las cifras oficiales y consolidar las mesas técnicas a que hubiera lugar para atender el problema en su real proporción”.
Los venezolanos pasan hambre
Con cifras de la FAO de 2018 en mano, la organización eclesial denuncia que el 86% de las personas que pasaron hambre en América Latina son venezolanas, señalando a su vez que “desde el año 2016, Cáritas de Venezuela y la Iglesia católica han organizado un esfuerzo sin precedentes para el diagnóstico y atención del hambre y sus terribles consecuencias en nuestro país. El trabajo cercano de sacerdotes, voluntarios, médicos y expertos unidos a Caritas de Venezuela, a través de nuestro Sistema de Alerta, Monitoreo y Atención en Nutrición (SAMAN).”
“Después de 5 años de profundo deterioro del acceso de la alimentación para la población venezolana el tema del hambre ya no puede tratarse como una desgracia circunstancial sino como un problema estructural, cuyas víctimas, especialmente aquellos en situación de mayor vulnerabilidad (niños, mujeres embarazadas, ancianos) sufrirán daños irreversibles a su salud y desarrollo”, alertaró el organismo eclesial.
Sin capacidad de producción alimentaria
En el comunicado, la organización denuncia que los venezolanos dependen de los alimentos que importa el Estado distribuye a la población, las remesas del exterior o a través de programas de asistencia de cooperación internacional, “no tenemos, por nuestros propios medios capacidad de alimentarnos suficientemente”.
No haber alternativas en las fuentes de acceso a alimentos a causa del quiebre de las capacidades locales de cosecha del campo y del procesamiento industrial de alimentos, sumado al proceso de hiperinflación, “ha dejado a los venezolanos sin posibilidades de elegir lo que se come” donde según estudios realizados por la propia Cáritas, “el 85% de los hogares en algunas de las parroquias más pobres consumen una dieta inadecuada en nutrientes”.
La situación es alarmante, la organización humanitaria de la iglesia católica revelan cifras donde “en algunas zonas pobres del país, el 53% de los hogares recurren a lugares no convencionales para adquirir alimentos como contenedores de basura y mendicidad, el 72% de los hogares habían deteriorado su alimentación, 63% han tenido que pasar por alguna privación alimentaria, 39% han tenido que liquidar algún activo familiar para poder comer y 36% ha tenido que desincorporar a algún miembro familiar para rendir la comida”.
Los niños son prioridad
En un firme llamado de atención al gobierno, Cáritas asegura que “es posible estimar el número de personas en necesidad urgente de asistencia alimentaria en Venezuela. El Estado debe dar el paso para ampliar y mejorar el alcance de todos los que estamos trabajando en el terreno”.
Además, señala que “en Julio 2018, el 48% de las mujeres embarazadas evaluadas por Cáritas de Venezuela en algunas de las parroquias más pobres del país, mostraban desnutrición aguda. El 21% de estas mujeres embarazadas tenían desnutrición severa”.
En este sentido, la Cáritas venezolana “reconoce que un niño con desnutrición aguda en su primera infancia corre un alto riesgo de pasar a su adolescencia y adultez con rezagos educativos, sociales y afectivos. Ellos son nuestra prioridad”.
“Es nuestro deber como ciudadanos y como católicos comprometidos con la acción humanitaria trabajar por una agenda de atención de la crisis que convoque a todos, de manera fraterna, a actuar para aliviar el sufrimiento de nuestros hermanos”, puntualizaron los representantes del organismo católico.