En un mensaje titulado “Los gritos del pobre”, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) hizo un llamado al compromiso y a la acción con los cientos de hondureños que se encuentran en territorio mexicano rumbo a los Estados Unidos. Los obispos afirman que estos son los verdaderos pobres, “a los que estamos llamados a dirigir nuestra mirada para escuchar su grito y reconocer sus necesidades”.
Cabe mencionar que el gobierno de México no ha dado una cifra oficial de los ciudadanos hondureños que se encuentran en el país; no obstante, versiones periodísticas señalan que alrededor de 7.300 personas han llegado a Ciudad Hidalgo y Tapachula en el estado de Chiapas, mientras que tres mil permanecen en el puente que une a México con Guatemala, en espera de que el Instituto Nacional de Migración les dé los papeles necesarios para su ingreso.
Gritos que lastiman
De modo especial –explican los obispos– “hoy nos inquieta el grito estremecedor de nuestros hermanos de Honduras y de otros países centroamericanos que han emprendido una caravana en búsqueda de la supervivencia un éxodo de liberación. Es un grito inarticulado que todo lo expresa en el silencioso e inhumano desplazamiento. Y asombrados contemplamos que con esta caravana, como con los distintos gritos del pobre, surgen miembros de la sociedad tratando de sofocarlos al percibir esos gritos como amenaza para su confort e intereses propios”.
Los obispos valoraron la atención y el acompañamiento pastoral instrumentados por la Dimensión de la Movilidad Humana en los 133 albergues y centros de atención y orientación de la Iglesia, y exhortaron a los obispos a mantenerse en diálogo con las autoridades civiles, “a quienes instamos a atender lo que el mismo marco legal de nuestro país prescribe”.
De manera particular, agradecieron las acciones instrumentadas por la Iglesia de Tapachula, San Cristóbal de Las Casas y otras diócesis y comunidades religiosas, así como organismos gubernamentales y de la sociedad civil, que han favorecido “humana y cristianamente a nuestros hermanos en la ruta de su desplazamiento”.
Recordaron que uno de los pasos que marca el papa Francisco para atender esta situación es: “Liberar, que significa reconocer que la situación que ha propiciado el desplazamiento es generada por el egoísmo, el orgullo, la avaricia y la injusticia, por lo que es fundamental realizar acciones que liberen de todos estos males rompiendo esas cadenas con la acción de Dios en cada uno de nosotros”.
El mensaje del Santo Padre –añadieron– nos llama a cumplir el “deseo de Dios que promete que los pobres comerán hasta saciarse, y transformemos el grito de dolor en un grito de esperanza, sabiendo que Dios no abandona a los que confían en Él”.