José María Alvira, secretario general de Escuelas Católicas, se reunió ayer, 22 de octubre, con la ministra de Educación, Isabel Celáa, y el secretario de Estado de Educación, Alejandro Tiana. Durante el encuentro el equipo ministerial manifestó “su respeto por la enseñanza concertada en general”, así como su reconocimiento “por la labor desarrollada por la escuela católica”.
Alvira expresó durante la reunión su deseo de que “se reconozca públicamente el papel positivo de la escuela concertada en el conjunto del sistema educativo”, así como otros asuntos “que preocupan” a la institución. Ejemplo de ello es “la necesidad de establecer” sistemas de diálogo entre los distintos agentes del sistema educativo para “aportar estabilidad” al mismo.
También se señaló la “importancia de garantizar la libertad de enseñanza” y la “urgencia” por retomar el estudio “del coste del puesto escolar”. Por otra parte, tanto el Ministerio como Escuelas Católicas coincidieron en su interés por “la inclusión social de los niños y jóvenes inmigrantes“, comprometiéndose a “colaborar para atender debidamente a este colectivo”.
La Iglesia de Málaga ha emitido un comunicado a través de la Delegación Diocesana de Migraciones de Málaga y Cáritas Diocesana ante “la muerte de un hombre durante el último salto a la valla de Melilla”. El suceso “despierta en la Iglesia de Málaga un profundo dolor“, ya que Melilla forma parte de su diócesis y “este joven se une a la dramática cifra” de personas que han perdido la vida “intentando llegar a Europa en busca de una vida mejor”.
De la misma manera, solicitan que “los derechos” de las 200 personas que si lograron pasar y que se encuentran en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) sean “plenamente reconocidos”. Desde la Diócesis señalan que “el fenómeno migratorio” supone un “reto” no solo para Europa, sino “para toda la humanidad”, situación de la que no se encontrará salida “mientras prevalezcan los intereses económicos y la cultura de la indiferencia”.
“Una guerra nuclear sería una catástrofe de proporciones inimaginables”, dijo el nuncio apostólico Bernardito Auza, Observador Permanente de la Santa Sede ante Naciones Unidas, durante la celebración ayer del 73º período de sesiones de la Asamblea General de la ONU, la primera comisión temática sobre desarme nuclear. Durante el discurso remarcó que, “incluso un uso limitado de armas nucleares, mataría a innumerables personas, causaría enormes daños ambientales y hambruna”.
Además, señaló que un “simple error mecánico, electrónico o humano” podría “erradicar ciudades enteras del mapa”. Por esta razón, Auza insistió en que “más de 14.000 armas nucleares” se encuentran actualmente “en poder de un puñado de países”, lo cual “representa uno de los mayores desafíos morales de nuestro tiempo “.
Auza aprovechó la ocasión para recordar que los estados con armas nucleares “no respetaron las obligaciones legales” establecidas en el Tratado de No Proliferación, que pronto cumplirá 50 años desde su firma. “Desde el final de la Guerra Fría se han dado pasos significativos, pero debemos denunciar la modernización de las armas nucleares que algunos estados están emprendiendo”, subrayó.