“En tiempos tan convulsos para la Iglesia, es necesario mostrar las muchas cosas positivas que hay”. Con estas palabras explica Ignacio Amorós a Vida Nueva cómo surgió la idea de escribir un libro que relatase la experiencia vocacional de varios jóvenes sacerdotes. El libro, ‘Se buscan rebeldes (y luego… que sea lo que Dios quiera)’, ha sido escrito por el párroco Alfonso Sánchez-Rey y por Amorós, un joven que desde 2013 se forma en el Seminario Internacional Bidasoa.
“El libro surgió de mi propia experiencia en el seminario, ya que en él se juntaban unos 100 jóvenes de todo el mundo”, dice. Fue en sus paseos hacia la facultad de Teología, todas las tardes, cuando compartía con sus compañeros las diferentes historias de sus vocaciones. “Cada cual era distinto, con situaciones vitales y familiares diversas, pero lo que les unía a todos es que son unos inconformistas, todos quieren cambiar el mundo”, señala.
Desde un japonés que proviene de una familia atea a un nicaragüense que estuvo involucrado en bandas o un filipino de padres conversos al islam. “Son historias que demuestran, en un tono no pensado únicamente para la vida consagrada, que Dios sigue triunfando en la vida de muchos jóvenes”, subraya Amorós.
“Dios sigue llamando a la gente”
“Uno de ellos me contaba que iba caminando por la calle en Guayaquil y encontró un cartel que ponía ‘se buscan rebeldes’ y resultó ser por el día del seminario”, cuenta. “Acudió y lo que se encontró fue un ambiente fantástico, lleno de locos, si, pero locos de amor a Dios y a Jesucristo“, asevera.
Amorós no cree que la crisis de vocaciones sea a nivel mundial. “Ahora mismo hay 420.000 sacerdotes católicos en el mundo, sin contar religiosos y religiosas”, dice. Sin embargo, considera que “en Europa el ambiente es mucho más frío”, ya que se ha creado un clima de “pansexualismo, materialismo y narcisismo” en el cual la gente está deseosa de encontrar algo que les llene de verdad, ya que “se siente vacía”. “Dios sigue llamando a la gente pero a veces es más difícil contestar”, dice. “Pero Él no llama, como decía San Agustín, a los capaces, sino que hace capaces a los que llama”, indica.
A pesar de todo, Amorós reconoce que “en general las familias no se toman muy bien que el chico se meta al seminario, ni en Europa ni en ninguna parte”. “Creo que una de las cosas que más está afectando a las vocaciones, pero también a que los jóvenes den cualquier paso importante en su vida, es la excesiva dependencia que tienen los hijos de sus padres, además de el miedo que sienten a la hora de salir de su zona de confort”, señala. “Esto se ve en muchos universitarios, que en lugar de tener una actitud autónoma esperan ser funcionarios o que alguien les contrate”, dice.
Nuevas formas de evangelizar
Por otra parte, las nuevas generaciones “tienen muchos puntos positivos”, como el hecho de “que está de moda la solidaridad y la cooperación, que es algo que está muy cerca de la caridad cristiana”. Y es que, “ser cristiano no es ir a misa los domingos, sino encontrar a un Dios que te quiere como eres”. “La gente tiene una gran sed de ayudar a los demás y de algo trascendente e infinito, que no sea un parche, y esto es precisamente lo que encontramos en el mensaje de amor de Jesús”, explica.
En este aspecto, el Sínodo de los Obispos le parece “muy esperanzador”, ya que de él “surgirán nuevas formas para que los jóvenes encuentren una manera de vivir que les llene de verdad, así como muchas propuestas de evangelización”. Además, apunta a que este Sínodo servirá para que el “mensaje de Jesucristo sea anunciado con nuevos lenguajes”. “Tenemos el mejor producto de todos, el mensaje de Jesús, pero tenemos que venderlo mejor”, afirma.