En el punto más elevado de Bogotá, el cerro de Monserrate –3152 metros sobre el nivel del mar–, varias organizaciones de la iglesia católica colombiana realizaron este 26 de octubre la caminata en solidaridad con los migrantes y refugiados, una acción animada por Cáritas Internacional a nivel mundial, en el marco de su campaña Compartiendo el viaje (#sharejourney) que responde al llamado del papa Francisco a promover la cultura del encuentro.
Esta acción de movilización busca recorrer un millón de kilómetros en el mundo y en Colombia tiene una importante significación habidas cuentas del gran número de venezolanos que están llegando al país en busca de una mejor calidad de vida.. Por ello los organizadores denominaron esta caminata “un millón de kilómetros por nuestros sueños”.
Entre las organizaciones convocantes estuvieron el Secretariado Nacional de Pastoral Social (SNPS) – Cáritas Colombia, la fundación de Atención al Migrante de la Arquidiócesis de Bogotá, algunos miembros de la Comisión de Movilidad Humana de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC) y Puentes de solidaridad.
Desde tempranas horas, más de 100 personas se congregaron al pie de Monserrate para iniciar el recorrido de 2,2 kilómetros –en tenaz ascenso– que los llevaría a la cima donde está la basílica santuario del ‘Señor caído’, culminando con una eucaristía celebrada por monseñor Héctor Fabio Henao, director del SNPS.
“Nosotros también fuimos migrantes”
Durante la homilía el director de Cáritas Colombia destacó que en el mundo “hemos vivido con mucha intensidad los grandes flujos de los movimientos migratorios” por lo cual “Colombia es un país que hoy tiene la oportunidad de acoger a los hermanos que vienen de otras partes del mundo”.
Haciendo un análisis de los cuatro verbos propuestos por el papa Francisco: acoger, proteger, promover e integrar, señaló que el recorrido hecho en Monserrate junto a hermanos migrantes venezolanos simboliza la caminata que muchos de ellos hacen para “ser acogidos, ser recibidos, ser bienvenidos” en Colombia.
“Miles de colombianos han tenido que buscar seguridad en otras partes del mundo, que no se nos olvide que nosotros también fuimos forasteros y también hemos sido migrantes, por ello invito al pueblo colombiano a abrir espacios para que los migrantes puedan integrarse en este país”, resaltó Henao.
Kilómetros de sueños
Jimmy Mejías es un barranquillero radicado en Bogotá desde hace 18 años y lidera una organización ambiental de reciclaje llamada Asoambiental 7, que se encarga de rescatar a venezolanos en situación de calle y enseñarles el oficio del reciclaje, incluso apoyándoles a ubicar un lugar donde puedan vivir dignamente.
Este colombiano, desde hace meses ha estado apoyando acciones junto a la dimensión de migrantes de la Iglesia. De hecho, a él se le debe el nombre de esta edición para Colombia de la marcha de la solidaridad: “Un millón de kilómetros por nuestros sueños”, porque a pesar de no ser migrante vivió en carne propia el drama del desplazamiento interno. “Fui un desplazado y esa fue una experiencia muy dura y caminé miles de kilómetros desde mi tierra”, comenta.
“Mi asociación precisamente lleva el nombre de 7 porque es un número bíblico, pues fueron 7 días los que Dios se llevó en la creación”, refiere Mejías, quien dice que su organización está al sur de Bogotá, en la localidad de Kénnedy, en el sector Patio Bonito. Allí se dedica a lo que más le apasiona y lo que según él mismo ha calificado como el arte del reciclaje.
Acogerlos como hermanos
Teresinha Monteiro, directora de la fundación de Atención al Migrante de la Arquidiócesis de Bogotá, aunque agotada físicamente –por la empinada subida al cerro– se siente feliz porque “fuimos caminando con la gracia de Dios, las personas se involucraron muchísimo y asumieron en este paso como propio el drama de los migrantes, no sólo nosotros, sino el pueblo de Dios subió a Monserrate.”
La scalabriniana, reconocida por su labor de sanar los pies heridos de los caminantes venezolanos llegados a Bogotá, revela que “cada día se aparecen en la casa de paso muchos más heridos, es una tristeza muy grande verlos como llegan tan devastados” y, por supuesto, todas estas situaciones vividas a diario “me dieron fuerzas para subir el Monserrate.”
En un claro llamado al pueblo colombiano pide que reconozcamos en los venezolanos a nuestros hermanos, “no sólo son migrantes que llegan buscando un apoyo, por ello es necesario acogerlos como hermanos, no como venezolanos, sino como hermanos”.
Buscar lo que nos une
La actividad culminó con la lectura de un comunicado, en voz de Héctor Fabio Henao, en el que, a propósito del encuentro del presidente Iván Duque y el papa Francisco en el Vaticano, como Iglesia colombiana “se hacen eco al llamado del Papa a que la Iglesia Universal debe buscar lo que nos une y responder en primera persona al desafío de las migraciones contemporáneas y particularmente en Colombia”.
En este documento destacan que “esta caminata se suma a las miles de respuestas de forma personal, comunitaria, práctica y espiritual” la Iglesia brinda a las necesidades en los diferentes momentos de su camino a los solicitantes de asilo, a los migrantes, a los refugiados y a las víctimas de la trata de personas”.
El llamado a todo el pueblo colombiano, a través de la caminata, es a convertir sus comunidades en “lugares en los que prospere la cultura del encuentro y para que se reconozca la plena dignidad de los migrantes y refugiados”.