Luis Manuel Romero: “No hay que tener miedo a ser santos hoy”

  • “Los abuelos que cuidan de sus nietos son algunos de los ejemplos de estos santos actuales”, según el director del Secretariado de la CEAS
  • Las Jornadas Nacionales de Apostolado Seglar, que se inauguran hoy, 27 de octubre, reflexionan sobre la santidad “en el contexto actual”

Luis Manuel Romero, director del Secretariado de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar de la

Reflexionar sobre la vocación a la santidad a la luz de la exhortación apostólica ‘Gaudete et exsultate’. Ese es uno de los objetivos de Jornadas Nacionales de Delegados de Apostolado Seglar y Responsables de Movimientos y Asociaciones, que se inauguran este sábado 27 de octubre en Madrid, y que durante dos jornadas reunirá a los principales representes del laicado español, también de cara a preparar el importante congreso nacional del próximo año.

El sacerdote Luis Manuel Romero Sánchez, director del Secretariado de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar (CEAS), reflexiona en esta entrevista sobre el tema central de estas jornadas, ‘La llamada a la santidad en el contexto actual’, y recuerda, citando al papa Francisco, que “no hay que tener miedo a ser santos hoy” y que ese, además, “es el rostro más bello de la Iglesia” y la mejor imagen que se puede ofrecer en medio de una sociedad secularizada.

PREGUNTA.- Este “contexto actual”, ¿facilita o complica esa llamada a la santidad?

RESPUESTA.- El contexto actual es el que nos ha tocado vivir, donde es patente la secularización y, por tanto, la descristianización ambiental, pero es la llamada a la santidad, que brota de nuestra condición bautismal, la que nos complica, porque nos invita a salir de nuestras comodidades y seguridades para comprometernos en la realidad (familia, trabajo, ocio…).

No podemos pensar que la santidad es algo que se vive en abstracto, sino en medio de las circunstancias más cotidianas. El papa Francisco nos invita a no tener miedo a ser santos en el contexto actual, “con sus riesgos, desafíos y oportunidades”, porque el camino de la santidad es un camino de felicidad.

La mejor imagen para un mundo sin Dios

P.- ¿Es ese camino hacia la santidad el mejor camino para llegar a un mundo que orilla la religión y mira por encima del hombro a quien cree?

R.- La santidad es el rostro más bello de la Iglesia, por tanto es la mejor imagen que podemos presentar ante el mundo que vive de espaldas a Dios y al fenómeno religioso. Un cristianismo vivido desde la santidad siempre tendrá cabida en esta sociedad, en la que el hombre se encuentra en búsqueda de sentido, de felicidad, porque aporta el mensaje de las bienaventuranzas, en el que se hace una apuesta preferencial por los pobres, los humildes, los que trabajan por la paz, los que están tristes, los que sufren por cualquier causa injusta…

Este mensaje, que es de alegría profunda para el ser humano, encaja perfectamente en este mundo, donde mucha gente se encuentra perdida, sin un rumbo que le colme de felicidad. Los cristianos hemos recibido el tesoro de la fe, la alegría de sentirnos amados y salvados por el Señor, y esto es algo que no nos podemos guardar para nosotros mismos.

Una ingente nube de testigos

P.- ¿Cómo distinguiríamos hoy, en medio de esta sociedad secularizada, a quien va camino de ser santo/a seglar? ¿Quiénes son y dónde están?

R.- El papa Francisco, en Gaudete et exsultate, habla de “los santos de la puerta de al lado” y de “la clase media de la santidad” refiriéndose no tanto a los santos que aparecen en el calendario litúrgico y tenemos en los altares de nuestras iglesias, sino a la nube ingente de testigos, en su mayoría laicos y laicas, que viven la santidad en la vida cotidiana y con pequeños gestos.

Son santos, hoy, los abuelos que se ocupan la mayor parte del día de sus nietos y los educan en valores humanos y cristianos. Qué decir de tantas familias cristianas que, en esta sociedad secularizada, se esfuerzan por vivir su matrimonio en clave de amor y educar a sus hijos en la fe. Y no olvidemos a tantos jóvenes que viven su fe y su compromiso cristiano, sin miedo y sin vergüenza, en los diversos ambientes: universidad, mundo del trabajo, barrios marginales, ocio y tiempo libre, parroquias…

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