A Jesús Sánchez Adalid (Villanueva de la Serena, Badajoz, 1962) se le ve estos días entusiasmado. Publica ‘Los baños del Pozo Azul’ (Harper Collins) y contagia, a la vez, euforia, responsabilidad e ilusión. “Siento que me he desbordado en esta novela. He disfrutado mucho escribiéndola; he pensado, he sentido, me he debatido internamente… Quisiera que fuera un relato maduro, sin dejar de ser atrayente y entretenido”.
Y es porque regresa a la fascinante Córdoba de los Omeya, en el siglo X, a la ciudad califal en la que transcurría esa novela prodigiosa –ya todo un clásico– que fue ‘El mozárabe’ (2001). “La maravilla que supone la Córdoba califal como fuente de inspiración y las múltiples posibilidades que ofrece como escenario literario son inagotables –explica–. Desde que escribí ‘El mozárabe’, siempre he deseado retornar a aquel tiempo tan fascinante y recrear las vidas de algunos personajes históricos de la época que merecían un nuevo relato”. Pero no es un punto y seguido, ni mucho menos: “Me costaría trabajo afirmar abiertamente que ambas historias son principio y continuación. Es más adecuado afirmar que son dos tramas diferentes, sucediéndose y completándose”.
Subh Walad, una mujer determinante
Y lo hacen de la mano de personajes históricos como Abuámir Almansur, pero sobre manera con Subh Um Walad, la madre del califa Hixem, de origen “vascona” y protagonista de ‘Los baños del Pozo Azul’. “Es el personaje central. Para un escritor varón, enfrentarme a un relato cuyo protagonista es una mujer, supone un gran ejercicio de madurez. Pero, a medida que escribía, me di cuenta una vez más de aquello tan real que siempre te llega a sorprender. La creación es un gran misterio”. Tanto que, sostiene Sánchez Adalid, “aportan una nueva luz sobre la que fue quizá la mujer más importante, activa e inteligente de todo aquel periodo histórico. Porque hoy podemos estar seguros de que Subh Walad jugó un papel determinante en los momentos finales del califato de Córdoba”.
Ella, precisamente, Subh, nacida en el reino de Pamplona y bautizada como Aurora, es quien convoca en ‘Los baños del Pozo Azul’ el papel de la religión, inevitable siempre en las novelas del párroco de la iglesia de San José, en Mérida. Aunque no es una novela sobre la religión ni sobre los mozárabes. “Pretendo contar una historia profundamente humana –manifiesta a Vida Nueva–. Es una gran metáfora sobre la vida como encrucijada y cruce de fuerzas diversas. La religión, aquí, conforma el poso de los valores recibidos en la infancia por la protagonista; unos valores en pugna con la vida que le ha tocado en suerte, pero que rebrotan una y otra vez. El deseo de paz, la compasión, la maternidad, la lealtad, la esperanza… Además, como en tantas otras novelas mías, el lector se encontrará aquí con un ideario particular; una manera de ver el mundo y de tratar de entenderlo”.