Escuchar, hacerse prójimos y testimoniar. Estos son los tres pasos fundamentales para el camino de la fe. Así lo ha reconocido esta mañana, 28 de octubre, el papa Francisco durante su homilía en la misa con motivo de la clausura del Sínodo de los Obispos sobre ‘los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional’ celebrada en la Basílica de San Pedro.
El Papa se ha detenido en el episodio que narra el evangelista Marcos sobre el ministerio itinerante de Jesús, quien poco después entrará en Jerusalén para morir y resucitar. “Bartimeo es, por lo tanto, el último que sigue a Jesús en el camino: de ser un mendigo al borde de la vía en Jericó, se convierte en un discípulo que va con los demás a Jerusalén”, ha explicado. Así, “nosotros también hemos caminado juntos, hemos ‘hecho sínodo’ y ahora este evangelio sella tres pasos fundamentales para el camino de la fe”: escuchar, hacerse prójimos y testimoniar.
En primer lugar, “nos fijamos en Bartimeo, que yace solo junto al camino, lejos de casa y sin un padre: no es alguien amado sino abandonado. Es ciego y no tiene quien lo escuche. Jesús escucha su grito. Y cuando lo encuentra le deja hablar. No era difícil adivinar lo que Bartimeo le habría pedido: es evidente que un ciego lo que quiere es tener o recuperar su vista. Pero Jesús no es expeditivo, da tiempo a la escucha. Este es el primer paso para facilitar el camino de la fe: escuchar. Es el apostolado de la oreja: escuchar, antes de hablar”.
“Pidamos la gracia de un corazón dócil para escuchar”
Por el contrario, “muchos de los que estaban con Jesús imprecaban a Bartimeo para que se callara (cf. v. 48). Para estos discípulos, el necesitado era una molestia en el camino, un imprevisto en el programa. Preferían sus tiempos a los del Maestro, sus palabras en lugar de escuchar a los demás: seguían a Jesús, pero lo que tenían en mente eran sus propios planes. Es un peligro del que tenemos que prevenirnos siempre”, ha dicho.
“Para Jesús, en cambio, el grito del que pide ayuda no es algo molesto que dificulta el camino, sino una pregunta vital. ¡Qué importante es para nosotros escuchar la vida! Los hijos del Padre celestial escuchan a sus hermanos: no las murmuraciones inútiles, sino las necesidades del prójimo. Escuchar con amor, con paciencia, como hace Dios con nosotros, con nuestras oraciones a menudo repetitivas. Dios nunca se cansa, siempre se alegra cuando lo buscamos. Pidamos también nosotros la gracia de un corazón dócil para escuchar”, ha reclamado.
Asimismo, se ha dirigido directamente a los jóvenes para, “en nombre de todos nosotros” pedirles disculpas “si a menudo no os hemos escuchado; si, en lugar de abrir vuestro corazón, os hemos llenado los oídos. Como Iglesia de Jesús deseamos escucharos con amor, seguros de dos cosas: que vuestra vida es preciosa ante Dios, porque Dios es joven y ama a los jóvenes; y que vuestra vida también es preciosa para nosotros, más aún, es necesaria para seguir adelante”.
“La fe pasa por la vida”
El segundo paso para acompañar el camino de fe es hacerse prójimos. “Miramos a Jesús, que no delega en alguien de la ‘multitud’ que lo seguía, sino que se encuentra con Bartimeo en persona. Le dice: ‘¿Qué quieres que haga por ti?’ (v. 51). Así lo hace Dios, implicándose en primera persona con un amor de predilección por cada uno. Ya en su modo de actuar transmite su mensaje: así la fe brota en la vida”, ha señalado.
Por eso, Jorge Mario Bergoglio ha resaltado que “la fe pasa por la vida”: “Cuando la fe se concentra exclusivamente en las formulaciones doctrinales, se corre el riesgo de hablar solo a la cabeza, sin tocar el corazón. Y cuando se concentra solo en el hacer, corre el riesgo de convertirse en moralismo y de reducirse a lo social”. La fe, en cambio, “es vida: es vivir el amor de Dios que ha cambiado nuestra existencia. No podemos ser doctrinalistas o activistas; estamos llamados a realizar la obra de Dios al modo de Dios, en la proximidad”.
Para Francisco, “hacerse prójimos es llevar la novedad de Dios a la vida del hermano, es el antídoto contra la tentación de las recetas preparadas. Preguntémonos si somos cristianos capaces de ser prójimos, de salir de nuestros círculos para abrazar a los que ‘no son de los nuestros’ y que Dios busca ardientemente. Siempre existe esa tentación que se repite tantas veces en las Escrituras: lavarse las manos”, ha denunciado, para añadir que todos debemos “convertimos en portadores de vida nueva: no en maestros de todos, no en expertos de lo sagrado, sino en testigos del amor que salva”.
“La fe es encuentro, no teoría”
Y para concluir sus tres pasos, el Papa ha hablado de dar testimonio. “No es cristiano esperar que los hermanos que están en busca llamen a nuestras puertas; tendremos que ir donde están ellos, no llevándonos a nosotros mismos, sino a Jesús. Él nos envía a decirles a todos: ‘Dios te pide que te dejes amar por él'”. Sin embargo, “cuántas veces, en lugar de este mensaje liberador de salvación, nos hemos llevado a nosotros mismos, nuestras ‘recetas’, nuestras “’etiquetas’ en la Iglesia”, se ha preguntado.
Además, el Papa ha recordado que “la fe es una cuestión de encuentro, no de teoría. En el encuentro Jesús pasa, en el encuentro palpita el corazón de la Iglesia. Entonces, lo que será eficaz es nuestro testimonio de vida, no nuestros sermones”. Y ha pedido que “el Señor bendiga nuestros pasos, para que podamos escuchar a los jóvenes, hacernos prójimos suyos y testimoniarles la alegría de nuestra vida: Jesús”.