Los turistas y amantes del arte que visiten la basílica de San Pedro del Vaticano se van a llevar una grata sorpresa. La Capilla del Crucifijo, la primera a la derecha de la nave del templo, ha modernizado su sistema de iluminación para que luzca mejor que nunca su mayor tesoro: ‘La Piedad’ de Miguel Ángel, probablemente la escultura más bella del maestro renacentista. La Santa Sede informó el lunes 29 de octubre de que se han instalado en la Capilla del Crucifijo varios juegos de lámparas LED de tonalidad blanco cálido que consienten diversos escenarios de iluminación y varios grados de intensidad. El resultado salta a la vista y supone un salto adelante respecto al sistema utilizado hasta ahora.
“La nueva iluminación, cuidada también desde un punto de vista científico, permite admirar y comprender mejor el valor universal de la obra de Miguel Ángel”, explicó el cardenal Angelo Comastri, presidente de la Fabbrica di San Pietro, el organismo vaticano encargado del mantenimiento de la basílica. “’La Piedad’ es la fe de Miguel Ángel esculpida en mármol. El artista quiso evidenciar en el joven rostro de María un mensaje siempre actual: evitar el pecado es la única cura de belleza y de perenne juventud. La obra ahora se puede gozar aún más”.
La única obra firmada por Buonarroti
Pietro Zander, dirigente de la oficina de conservación y restauración de la Fabbrica di San Pietro, destacó por su parte el valor del “factor luz”. “Miguel Ángel había pensado valores de iluminación muy bajos. Pulió con cuidado la superficie del mármol de modo que pocas velas pudieran hacer resplandecer todo el grupo escultórico. Es la primera vez que la Fabbrica di San Pietro la ilumina con una atención tan alta”, aseguró Zander.
Javier Martínez-Brocal, autor de ‘El Vaticano como nunca te lo habían contado’, una magnífica guía para conocer los tesoros de la basílica de San Pedro, escribe que Buonarroti “podía darse por satisfecho con el resultado” del encargo recibido cuando tenía solo 24 años y que terminó en el plazo convenido: doce meses. “La pieza final era tan perfecta que algunos incluso pusieron en duda su autoría. Esos rumores le enfadaron tanto que tomó un cincel y decidió grabar su firma en la cinta que atraviesa el busto de la Virgen María. Dicen que es la única obra que firmó, quizá porque a partir de entonces nadie se atrevió a poner en duda su genio”.