En Brasil parece haberse cumplido aquello de que cuanto más alta es la expectativa, más grande es la desilusión llegado el fracaso. El final que han tenido los aclamados presidentes Lula da Silva y Dilma Rousseff parecen confirmarlo. La victoria electoral del Jair Bolsonaro puede interpretarse como una reacción a la corrupción que ha envuelto a los líderes del Partido de los Trabajadores que llegaron a la presidencia.
Un católico de origen con conexiones protestantes
En estas últimas elecciones se ha impuesto el militar en la reserva Jair Messias Bolsonaro, quien tras vencer los comicios comenzará a ejercer de forma efectiva la presidencia con el comienzo del nuevo año. Miembro del ultraderechista Partido Social Liberal, el PSL, sus padres son descendientes de italianos y se ha casado 3 veces y tiene 5 hijos. Católico por tradición y bautismo, simpatiza con diferentes corrientes del protestantismo militó en el Partido Social Cristiano –encabezado por un pastor y alineado con el conservadurismo social y el liberalismo económico, uno de sus cargos electos es precisamente el hijo del presidente electo: Eduardo Bolsonaro–, del que se distanció en 2017.
Bolsonaro se ha alzado con la victoria a pesar de las protestas sociales de quien se han opuesto a sus opiniones sobre la dictadura de Pinochet, el uso de la tortura, el papel de las mujeres en la sociedad, los homosexuales, el movimiento indigenista o la inmigración. Argumentos que alentaron la campaña de rechazo: “Ele não (Él no)”.
Su actual esposa Michelle de Paula Firmo Reinaldo, que trabajaba de secretaria en el Congreso hasta que dejó el empleo por incompatibilidad al comenzar la relación con el que hoy es su marido, está volcada en diferentes trabajos sociales. Perteneciente a la iglesia baptista, la religión juega un papel importante en su vida y por ello los diarios brasileños destacaron que en su boda no quiso que hubiera ni música en directo ni escuela de samba.
“Sentir el poder de Dios”
En su primera intervención tras conocer la victoria, desde su casa y a través de Facebook, señaló: “Siempre sentí el poder de Dios y la fuerza del pueblo brasileño. La verdad será el farol que nos guió hasta aquí y que guiará nuestro camino. Voy a hacer un gobierno decente”, apelando reiteradamente a la “libertad”. Para muchos su estilo es más propio de un telepredicador.
Entre los obispos, el primero en pronunciarse a sido Walmor Oliveira de Azevedo, que está al frente de Belo Horizonte. “Las elecciones marcan el inicio de un nuevo ciclo, resultado de la voluntad de los ciudadanos”, ha recordado. “No se puede creer en la solución inmediata de los problemas, simplemente porque determinado candidato ganó los comicios. El día siguiente a las elecciones no es un cuento de hadas. Para vencer sus muchos desafíos, el pueblo brasileño necesita buscar respuestas basadas en un profundo humanismo, en principios y valores fundamentales conforme exige el sistema democrático”, explicita.
Y frente a los agoreros, recuerda que la democracia tiene mecanismos para combatir a aquellos políticos que usan su puesto para fines particulares o ideológicos. “A partir de las elecciones es necesario renovar la comprensión de que una auténtica democracia requiere un Estado regido por el Derecho, sobre la base de una rica concepción del ser humano, según enseña la Doctrina Social de la Iglesia Católica”, se puede leer en un comunicado publicado por la Conferencia Episcopal de Brasil.