Francisco Jesús Orozco Mengíbar es, desde el 30 de octubre, el nuevo obispo de Guadix. El hasta ahora vicario general de Córdoba, nació en Villafranca de Córdoba (23 de abril de 1970) y en esa diócesis andaluza ha desarrollado todo su ministerio. Allí cursó los estudios eclesiásticos en el seminario diocesano, obteniendo el bachillerato en Teología por la Universidad Pontificia de Comillas, centro al que el seminario cordobés estaba adscrito. Ordenado sacerdote el 9 de julio de 1995, es licenciado en Teología Fundamental por la Universidad Lateranense y doctor en Teología Dogmática por este mismo centro.
Orozco, que será ordenado obispo el 22 de diciembre, agradece a Francisco esta muestra de confianza. Él, por su parte, le brinda su comunión. “El Papa siempre es una figura a seguir. No es una figura controvertida o conflictiva para la Iglesia, como algunos intentan hacer ver. El Papa es el Papa siempre, y siempre estaré con él”.
En su primer mensaje a los fieles de Guadix, Orozco se autodenominó “novato” y pidió ayuda para su tarea. Y cuando, en conversación con Vida Nueva, se le pregunta qué es lo que cree que necesita aprender antes de nada en su nueva encomienda pastoral, salta raudo con la respuesta. “Lo más urgente es aprender la realidad de Guadix, de la diócesis que voy a servir. No valen estándares para servir a las personas. Cada una de ellas tiene su realidad, su contexto y, por respeto a cada persona y diócesis concreta, lo primero que tiene que hacer un obispo es estar con su gente para aprender esa realidad en la que se mueven y a la que se tiene que servir. Creo que es algo terrible que a uno lo traten con si fuera alguien más. Y para mí, Guadix ya es su gente, las familias, los jóvenes, los niños y los pobres que el Señor ha querido para mí, y que no son iguales a los de Córdoba ni de otra región. Por eso, para mí, lo más urgente, y por eso soy novato, es que tengo que estar allí con ellos, y lo estoy deseando, para aprender a amarlos y servirlos en su realidad, sin estándares”.
Pero también parece tomarse en serio lo que sus nuevos fieles le piden. “Rezo al Señor para que me dé un corazón sencillo, pobre y pequeño. Porque, además –y eso es lo bonito–, eso es precisamente lo que los fieles de Guadix han pedido que sea. Y para ello llevan rezando, en una pequeña estampa, durante los últimos ocho meses de sede vacante. Eso es lo que pedían al Señor. Y si lo piden, porque es lo que necesitan, para mí se convierte en una llamada a una conversión constante, a ser pobre, sencillo y pequeño”.