La violencia en el suroccidente de Colombia se recrudece. El pasado 29 de octubre el enfrentamiento entre grupos armados en el caserío de San Antonio de Gurumendi del Consejo Comunitario Sanjoc, en el municipio de López de Micay (departamento del Cauca), dejó como saldo seis fallecidos, dos heridos y dos desaparecidos.
Este hecho causó el repudió de la iglesia, en figura del obispo Carlos Alberto Correa, vicario apostólico de Guapi, de la provincia eclesiástica de Popayán, quien a través de un comunicado hizo un firme llamado por el fin de la violencia: “No queremos que en nuestro territorio se siga derramando más sangre, basta ya y rechazamos todos estos actos violentos que llevan a la sociedad civil a perder la fe y la esperanza de soñar con un país en donde reine la reconciliación y la paz”.
Según ha reseñado El Espectador, la Fiscalía y la Policía ya se apersonaron de la situación en el lugar de los hechos, con el fin de establecer las causas del ataque a estas personas, pues hasta el momento se desconocen los móviles y la identidad de los fallecidos, heridos y secuestrados. Todo apunta a que el ataque fue perpetrado por disidencias de las FARC, sin embargo las autoridades no lo han confirmado.
El Cauca es uno de los departamentos más golpeados por la violencia. Allí operan varios grupos al margen de la ley que se disputan los territorios para la siembra de coca y el control de la distribución de drogas, por lo que el vicario apostólico de Guapi añade que esta violencia es “siempre fruto de la codicia que crece cada día más por el deseo del poder y del tener”.
“Comparto con todos la difícil situación que el municipio de López de Micay está atravesando, en su orden público por la disputa del territorio entre grupos armados, los cuales han venido creando fronteras invisibles en los principales ríos de este municipio, como el Micay y el naya”, advirtió monseñor Correa.
Aún cuando las autoridades siguen tras la pista de los móviles de este lamentable suceso, desde el vicariato se asegura que “estos acontecimientos que se presentaron en la zona son continuación del hecho vivido hace algunos meses en el río Naya, donde fueron secuestrados algunos civiles sin saber hasta hoy su paradero”.
Por eso hacen un llamado a la autoridad municipal, departamental y nacional para que “sean audaces en la recuperación del bienestar en el territorio y hagan posible el mandato constitucional: Proteger la vida, honra, bienes, creencias y demás derechos y libertades; mantener la integridad territorial y asegurar la convivencia pacífica y la vigencia de un orden justo”.
Asimismo este llamado lo hizo extensivo de “manera especial a todos los actores del conflicto para que paren esta ola de violencia y no se derrame más sangre en el territorio”, pues con sus acciones están “generando miedo, zozobra, desplazamiento y muchas dificultades en la movilidad”.
La Iglesia del Cauca, en voz de su vicario, invita a la feligresía del municipio de López de Micay, especialmente a los que se movilizan en los ríos Naya y Micay, a no perder el sendero de la paz para que “sigan confiando en la Divina Providencia y mantengan encendida la lámpara de la esperanza”. “Ustedes no están solos, la iglesia los anima y los acompaña en la oración”, aseguró el obispo.
El prelado se une al dolor de las familias, quienes “siguen siendo absurdamente víctimas de este conflicto con la pérdida de sus seres queridos, oramos para que Dios padre misericordioso les perdone sus culpas (a los fallecidos), les conceda el eterno descanso y a ustedes el consuelo y la esperanza”.