Domingo Sugranyes Bickel, presidente de la Fundación Centesimus Annus Pro Pontifice, ha formado parte del desayuno-coloquio sobre ‘La Iglesia, la ética y el dinero’, basado en el análisis del documento pontificio ‘Oeconomicae et Pecuniariae Quaestiones’ que ha tenido lugar hoy, 6 de noviembre, en el Club Financiero Génova (Madrid).
El acto, organizado por ASE-Acción Social Empresarial, tenía como objetivo abrir un debate sobre el documento pontificio, y para ello se ha servido del análisis de expertos como Fernando Giménez Barriocanal, vicesecretario de Asuntos Económicos de la Conferencia Episcopal Española. Por su parte, Sugranyes ha dicho en entrevista a Vida Nueva que si bien “se puede estar o no de acuerdo con algunos de los puntos del documento”, este representa la necesidad de la Iglesia de “poner ciertos temas en discusión”.
RESPUESTA.- El documento sorprendió a mucha gente cuando salió a la luz el pasado mes de mayo. Viene del Vaticano, de dos dicasterios muy importantes y, si bien no se trata de una encíclica, es un documento aprobado por el Santo Padre para la discusión. Es sorprendente que la Santa Sede tome partido en estas cuestiones, aunque es cierto que el Papa, como ha demostrado muchas veces, tiene una posición firme contra la llamada economía del descarte, así como a favor de la ecología integral. Pero, además, quiere que haya debate sobre los distintos puntos de la economía para que esta se ponga en favor del desarrollo humano. El texto no da soluciones, de hecho algunos de los puntos suenan como condenas, son muy duros, mientras que otros necesitan un análisis más profundo de los que da el propio documento.
P.- ¿Cree que el documento es válido para los empresarios católicos o lo es para cualquier empresario?
R.- Es una invitación al diálogo y al debate, no una hoja de ruta, pero yo creo que tiene algo extraordinariamente positivo porque hay una inspiración de fondo cuando habla de poner en el centro de cualquier aspecto de actividad económica a la persona como un ser relacional. Las personas somos complejas y el documento no condena al mercado, sino que apela a que la participación de todos ayude a redescubrir la ética en el mundo de las finanzas. Y estos aspectos éticos son comunes a toda la humanidad, sea cual sea el credo o posición religiosa o no religiosa. De hecho, así lo define el documento, pero para el creyente todo esto adquiere una dimensión mucho más significativa. En el mundo católico ha habido muchas veces el impulso de apartarse de lo económico, y el documento va en contra de esta doble moral.
P.- ¿Es hoy la Iglesia una institución transparente en materia económica?
R.- Siento un poco que el documento no haga referencia a ello, pero la Santa Sede ha hecho reformas muy profundas que comenzaron con el papado de Juan Pablo II, pero que se incrementaron sobre todo con Benedicto XVI y ahora con Francisco. Se han cambiado leyes y una serie de cosas que han hecho que el Vaticano deje de estar fuera de distintas regulaciones.