El papa Francisco ha nombrado obispo de Ávila al actual secretario general de la Conferencia Episcopal Española, José María Gil Tamayo (Zalamea de la Serena, 1957). Aunque desde hace meses se venía barajando la posibilidad de que el sacerdote extremeño y periodista, de 60 años, sucediera a Jesús García Burillo al frente de la diócesis abulense, no ha sido hasta las doce del mediodía de hoy, 6 de noviembre, cuando la Santa Sede lo ha hecho oficial.
El anuncio se produce apenas diez días después de que se clausurara el primer jubileo en torno a la figura de Santa Teresa de Jesús, por lo que Roma habría cumplido con el deseo de García Burillo de culminar este año santo que nació por iniciativa personal suya.
Por otro lado, el nombramiento tiene lugar cuando apenas quedan un par de semanas para que concluyan los preceptivos cinco años que ha permanecido frente de la Secretaría General del Episcopado. El nuevo destino de Gil Tamayo dibuja varios escenarios sobre si formará parte de la terna para ser reelegido en el cargo, si él desestimará la opción o si serán los propios obispos quienes busque otros candidatos para ocupar el puesto de mayor responsabilidad ejecutiva dentro del engranaje de la Iglesia española.
En cualquier caso, Gil Tamayo recibirá la mitra y el báculo antes de finalizar el año con una hoja de servicios en la que se superpone la gestión con no pocos sobresaltos tanto dentro como fuera de la Iglesia. En estos cinco años como secretario general y portavoz no solo ha tenido que afrontar el relevo en la Zarzuela, el fin del bipartidismo, sino un cambio de Gobierno, que traído consigo reavivar polémicas como el IBI, la asignatura de Religión, la eutanasia, las inmatriculaciones o la exhumación de Franco.
Además, Gil Tamayo desembarcó en la calle Añastro –sede del Episcopado– ocho meses después de la elección de Jorge Mario Bergoglio como Papa y por lo tanto, ha tenido entre sus manos el cometido de aterrizar las reformas de Francisco a una Iglesia española que no ha sido tan dócil a los cambios como podría pensarse a priori.
En este tiempo, de la mano del presidente Ricardo Blázquez, ha puesto en marcha una particular transición en el Episcopado español, marcada por la puesta en marcha en 2016 de un plan pastoral que busca, entre otros objetivos, iniciar una transformación de la estructura eclesial, pero también una nueva presencia en medio de la sociedad, firme en sus postulados pero alejada de la confrontación y siempre desde esa “cultura del encuentro” defendida por el papa Francisco.
Una apuesta que cuenta con un respaldo explícito de la Santa Sede, como manifestó el secretario de Estado, Pietro Parolin, en su visita Madrid en 2016, cuando calificó la presencia de la Iglesia española en medio de una sociedad secularizada “de muy discreta, pero muy efectiva, y esa creo que es la línea que tiene que seguir en los próximos años”.
El anuncio público de Gil Tamayo como obispo de Ávila lo recibió en su tierra, Extremadura, donde se encontraba precisamente hace cinco años cuando los obispos le votaron como secretario general. Allí se fue a la iglesia de San Juan Baustista, después de más de una década como director del secretariado de la Comisión de Medios de Comunicación Social, además de ser uno de los impulsores de la agencia española de noticias misioneras OMPress o colaborar en la trastienda comunicativa de la JMJ de Madrid celebrada en 2011. Pero, en su servicio como periodista, su labor más visible fue ejercer de portavoz en lengua española durante el cónclave en el que salió elegido el papa Francisco, reclamado por el entonces director de la Sala Stampa, el padre Federico Lombardi.