“Voy a Ávila como servidor en nombre del Señor”. Este es el primer mensaje que José María Gil Tamayo ha querido lanzar a su nueva diócesis después de que la Santa Sede hiciera público a mediodía su nombramiento como obispo de la tierra de santa Teresa de Jesús, además de anunciar que su ordenación episcopal tendrá lugar en la catedral el próximo 15 de diciembre.
El hasta ahora secretario general de la Conferencia Episcopal se ha dirigido a los abulenses en una carta en la reconoce que se volcará en su nuevo ministerio episcopal. “Vosotros sois ya desde ahora, queridos diocesanos, mi prioridad y la razón de ser de mi vida a la que dedicaré todo mi tiempo”, escribe de su puño y letra, un mensaje que le llevaría a desmarcarse de la carrera hacia su reelección en la Secretaría General del Episcopado Español, cuando tan solo quedan quince días para que los obispos presenten la terna de candidatos y se decanten por uno.
Con los pobres y enfermos
“Soy consciente también de mis limitaciones y de la magnitud del ministerio episcopal que la Iglesia me asigna a vuestro servicio”, les reitera el nuevo pastor, que se muestra decidido a volcarse “especialmente a los más necesitados y desvalidos, a los pobres y a los enfermos”.
El nuevo obispo de Ávila desvela que fue el pasado 22 de octubre cuando el nuncio en España, Renzo Fratini le comunicó la decisión del Papa, y agradece el trabajo a su predecesor, Jesús García Burillo, de quien aplaude su “entrega y acierto”.
En la misiva, Gil Tamayo muestra su “plena comunión” con Francisco y su magisterio de forma reiterada al subrayar la necesidad de hacerse presente “en medio de todos con su cercanía sencilla y misericordiosa, y en ocasiones deberá caminar detrás del pueblo para ayudar a los rezagados y, sobre todo, porque el rebaño mismo tiene su olfato para encontrar nuevos caminos” citando literalmente la encíclica ‘Evangelii gaudium’.
A partir de ahí, el obispo electo se dirige a los diferentes colectivos de la diócesis, pidiendo “ayuda fraterna” a los sacerdotes de Ávila, oraciones a las vida contemplativa, un “recuerdo agradecido” a los misioneros y un gesto de “cercanía y aprecio” a los laicos. De la misma manera, Gil Tamayo expresa su “leal colaboración” a los poderes públicos.