El papa Francisco dedicó al séptimo mandamiento (“No robarás”) su catequesis durante la tradicional audiencia general que celebró este miércoles 7 de noviembre en la plaza de San Pedro del Vaticano ante miles de fieles y peregrinos. Tras iniciar su alocución recordando que en ninguna cultura el robo está considerado como un acto “lícito”, se detuvo en el significado del “destino universal de los bienes” que contempla la doctrina social de la Iglesia.
“La sabiduría cristiana nos dice que, por voluntad divina, los frutos de la creación están destinados a todo el género humano. El destino universal de los bienes y su distribución justa es anterior al derecho a la propiedad privada, que debe estar en función de las necesidades primarias del hombre”, comentó el Pontífice echando mano del Catecismo.
Francisco lamentó que, pese a que en el mundo hay recursos para todos, una parte significativa de la población vive en una “escandalosa indigencia”. “¡Pero el mundo es uno solo y la humanidad es una sola!”, denunció. “La riqueza del mundo hoy está en las manos de una minoría, de unos pocos, y la pobreza, incluso la miseria y el sufrimiento, es de muchos, de la mayoría. ¡Si hay hambre sobre la tierra no es porque falte la comida!”, dijo el Papa, criticando una vez más que en demasiadas ocasiones la comida acabe en la basura o destruida “por exigencias del mercado”.
Jorge Mario Bergoglio invitó a los presentes a que tuvieran un concepto de la posesión basado en la donación a los demás. “Lo que poseo verdaderamente es lo que sé donar. Si sé donar entonces soy rico no solo de lo que poseo, sino también de la generosidad. Si no consigo donar algo es porque esa cosa me posee, tiene un poder sobre mí y soy su esclavo”, advirtió Francisco. “La posesión de los bienes es una ocasión para multiplicarlos con creatividad y usarlos con generosidad y así crecer en la caridad y en la libertad”.
En la parte final de su catequesis, el Pontífice destacó que “en sentido positivo”, el sexto mandamiento (“No robarás”) significa “que el Señor nos llama a ser administradores responsables de su Providencia”. También señaló una vez más que “el diablo entra por los bolsillos” pues se comienza con “el amor por el dinero” y luego vienen “el hambre de poseer, la vanidad, el orgullo y la soberbia”.