Con motivo de la celebración, el próximo 11 de noviembre, del Día de la Iglesia Diocesana, Vida Nueva habla con Miguel Ángel Jiménez, director del secretariado para el Sostenimiento de la Iglesia de la Conferencia Episcopal Española, acerca de la necesidad de unir fuerzas para mantener la institución y la importancia de la transparencia en las cuentas.
Este año se celebra bajo el lema ‘Somos una gran familia CONTIGO’, con el objetivo de crear en la gran familia de la Iglesia la pregunta de cómo puede colaborar cada uno: entregando el propio tiempo, cualidades o por medio de una aportación económica.
PREGUNTA.- ‘Somos una gran familia contigo’ es el lema de esta jornada. ¿Se siente la gente corresponsable del sostenimiento?
RESPUESTA.- Estamos avanzando y creciendo en ello. Las grandes tareas no se consiguen de buenas a primeras. Hoy somos más conscientes de que tenemos que colaborar con la Iglesia, de que es nuestra responsabilidad y nuestro derecho participar en nuestra parroquia, preguntarnos por ella, implicarnos en ella. Hablar de familia hace que veamos a la Iglesia desde el cariño, desde la cercanía entrañable que tantas personas experimentan porque viven y han vivido su fe desde que recibieron el bautismo y todos los acontecimientos de su vida.
P.- La transparencia en la gestión de los bienes que la CEE viene trabajando, ¿ha provocado que la gente confíe más en la institución?
R.- Así es. A mayor transparencia, mayor confianza. También es cierto que tenemos ahí alguna barrera de comunicación que estamos intentado subsanar porque la información existe y es muy abundante y fiable. No encuentra la información quien no se acerca a una parroquia o no tiene interés en descubrirla. Se lleva trabajando en línea de transparencia desde hace muchos años y en los últimos tiempos con más intensidad. De hecho, hace dos años que la Conferencia Episcopal creó una Oficina de Transparencia y desde hace tres cada diócesis tiene un espacio en internet, en la web portantos.es en el que se publican sus cuentas y datos sobre la labor que se desarrolla en ámbitos tan dispares como atención a mujeres maltratadas, drogodependientes, mayores, etc.
P.- ¿Es importante recordar cada año que tu parroquia te necesita?
R.- Claro que sí, es muy importante porque no terminamos nunca de crecer, de avanzar, de progresar y de educarnos. En una persona aunamos fragilidad y fortaleza. Lo mismo sucede en nuestras familias, la convivencia es difícil pero también es muy hermosa. Por eso, tiene todo el sentido del mundo que cada semana, cada día, cada año, recordemos que la Iglesia, la diócesis, mi parroquia somos una familia. Así lo dice el papa Francisco: una parroquia es una familia de familias.
P.- En medio de polémicas sobre supuestos privilegios fiscales y de financiación, ¿puede decir hoy la Iglesia a boca llena que ya se autofinancia?
R.- Cada uno tendrá su opinión nacida de una perspectiva propia y distinta. Mi punto de vista es que sí por varias razones. Primero: la Iglesia no tiene un régimen fiscal especial o distinto a ninguna otra institución, fundación o asociación. Se rige y obliga a la Iglesia la Ley de Mecenazgo exactamente igual que a los demás. No hay ninguna ley que trate de manera especial a la Iglesia católica con respecto a otros. Segundo: en la declaración de la renta marca la casilla de la Iglesia quien quiere libremente y no se recibe ninguna cantidad ni ningún complemento al margen de lo que los contribuyentes quieren. Tercero: la Iglesia accede a concursos y subvenciones públicas en multitud de ámbitos en los que desarrolla su labor en las mismas condiciones que el resto. El hecho de que la presencia de la Iglesia católica sea mayoritaria, porque así lo solicitan los ciudadanos, no significa ninguna posición de privilegio sino de respeto a lo que los ciudadanos demandan. Es un marco de libertad, de respeto y de pluralidad.