Cono Sur

Mártires riojanos: el sello de la sangre por la paz, la justicia y la dignidad

Los obispos argentinos agradecieron al Santo Padre la beatificación de Mons. Enrique Angelelli y de los presbíteros Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville y el laico Wenceslao Pedernera, que se realizará el próximo 27 de abril





El próximo 27 de abril la Iglesia en Argentina celebrará la beatificación de Mons. Enrique Angelelli y de los presbíteros Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville y el laico Wenceslao Pedernera, conocidos como los mártires riojanos, asesinados en la década de los 70 en medio de un contexto sociopolítico más que complejo.  Cabe señalar que en el último tiempo se han conocido acciones de sectores conservadores -hasta de la misma Iglesia- tendientes a opacar y hasta oponerse a esta beatificación.

Sin embargo, con una declaración titulada “Pascua riojana, alegría de toda la Iglesia” los obispos agradecieron al Santo Padre haberse hecho eco del discernimiento de la Iglesia.

Las convicciones

El plenario rescató un semblante del obispo riojano y señaló la entrega de los futuros mártires, asesinados al inicio de la dictadura militar que vivió la argentina, desde el 24 de marzo de 1976.

  • Enrique Angelelli sabía de su muerte inminente y lo vivió “con una gran paz interior y esperanza cristiana”. “La Iglesia se goza y bendice a Dios, porque ha sido elegida para vivir este misterio de la Cruz y de la Pascua del Señor, y ha venido a compartir la Eucaristía con dos hermanos que ya están junto al Señor…” (Enrique Angelelli, homilía en las exequias de los padres Murias y Longueville)
  • Se dispuso a dar la vida, ofreciendo la suya, y “selló con su sangre su compromiso por la paz, la justicia y la dignidad integral de la persona humana, por amor a Cristo y a los pobres, en plena coherencia con el Evangelio”.
  • “Era un enamorado de la fe de los pobres y del testimonio de los más sencillos. Era un pastor que cuidaba a los últimos y les acercaba el consuelo de Dios”.
  • Amaba a la Iglesia, su familia, su lugar de discernimiento, su púlpito a la hora de anunciar la Buena Noticia y el grito de dolor del pueblo riojano.
  • Jamás incitaba al rencor, a pesar del clima de violencia. En el entierro de Gabriel y Carlos decía: “¡Qué difícil es ser cristiano, porque al cristiano se le exige perdonar!... El cristiano tiene que perdonar a todos”.
  • Dio su vida por su pueblo y fue instrumento de la luz del Evangelio.

El contexto martirial

Los obispos rescataron con algunas citas que nos permite conocer la personalidad de estos futuros mártires, comprometidos con la sociedad y con el Evangelio.

  • El fraile franciscano Murias, dos días antes de su asesinato, en una homilía expresó: “Podrán callar la voz del Obispo, podrán callar la voz del padre Carlos, pero nunca podrán callar la voz del Evangelio”.
  • Ante el secuestro de fray Carlos, según cuentan las hermanas josefinas del Chamical, el Padre Longueville, expresó sin titubear, ante el secuestro de fray Carlos: “¡No te dejo solo. Voy con vos!”. Y así encontró la muerte junto a su compañero.
  • Por su parte, la esposa de Wenceslao, perdonó a sus asesinos, pero también durante la agonía le pidió a ellas y a sus hijas que no guardaran odio.

Bergoglio y los mártires

Los obispos mencionaron un párrafo al final del mensaje en el que el entonces Cardenal Mario Bergoglio, al cumplirse los 40 años del asesinato de Angelelli, expresaba en la homilía en la catedral riojana: “El recuerdo de Wenceslao, Carlos, Gabriel y el obispo Enrique no es una simple memoria encapsulada, es un desafío que hoy nos interpela a que miremos el camino de ellos, hombres que solamente miraron el Evangelio, hombres que recibieron el Evangelio y con libertad. Así nos quiere hoy la Patria, hombres y mujeres libres de prejuicios, libres de componendas, libres de ambiciones, libres de ideologías; hombres y mujeres de Evangelio, sólo el Evangelio, y, a lo más, podemos añadir un comentario, el que añadieron Carlos, Gabriel, Wenceslao y el obispo Enrique: el comentario de la propia vida”.

 

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Alicia Ruiz López de Soria, ODN







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