España

Julio Martínez: “Saltarse la Constitución supone romper con la democracia”

  • Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, José Pedro Pérez-Llorca Rodrigo y Miquel Roca i Junyent, investidos doctores ‘honoris causa’ por Comillas como ‘padres de la Constitución’
  • “Queremos expresar nuestra gratitud a quienes han hecho de la política una de las formas más altas de la caridad”, ha dicho el rector





Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, José Pedro Pérez-Llorca Rodrigo y Miquel Roca i Junyent ya son doctores ‘honoris causa’ por la Universidad Pontificia Comillas. Los jesuitas han investido esta misma mañana, 14 de noviembre, a tres de los ‘padres de la Constitución’ como gratitud “a quienes han hecho de la política una de las formas más altas de la caridad”, quienes “se han desvivido en su servicio al pueblo” y “fueron capaces de entregar lo mejor de sí mismos a nuestra sociedad, a fondo perdido”, como ha explicado el rector, Julio Martínez.

Con motivo del 40º aniversario de la Constitución Española, la Universidad, a propuesta de su Facultad de Derecho Comillas ICADE, ha querido reconocer “a tres hombres que están entre las grandes personalidades del mundo político español de los últimos cuarenta años y que también han servido generosamente a España como eminentes juristas”, ha dicho Martínez. “Muchos de los presentes –ha continuado– recordamos la brillantísima dialéctica y erudición de Herrero o la inteligente finura de Roca en debates que forman parte de nuestro mejor parlamentarismo, o a Pérez-Llorca como eficaz y elegante ministro de hasta tres ministerios en los gobiernos de Suárez y de Calvo Sotelo”.

Según el jesuita, este reconocimiento “densifica la conciencia de pertenecer a una gran nación, con sus luces y sombras, pero con un lado luminoso que tantas veces renunciamos a ver”. Y es que “recordar es volver a pasar por el corazón. Pero para que eso ocurra alguien tiene que facilitarnos el alcance de los hechos y los contextos donde cobran sentido”. Así, se ha referido a la Constitución como la obra en la que se resaltan “los valores perennes de la justicia, el diálogo, la amistad cívica y el bien común”.

Un marco de referencia

El rector ha destacado cómo la Constitución ha creado “el marco de referencia normativo fundamental, con valores y reglas de juego que hacen posible un proyecto compartido, e impiden que las dificultades, los ataques internos o externos, los eventuales retrocesos o contratiempos que nunca faltan, echen por tierra el proyecto de convivencia forjado con tanta ilusión y esfuerzo, a veces incluso con sangre, sudor y lágrimas”.

“Con discreción y casi como la sombra –ha proseguido–, que acompaña sin molestar, la Constitución está vigente en los tiempos de bonanza y de construcción positiva; pero su fortaleza y valor incalculable se aprecia, sobre todo, en los tiempos en que arrecian desafíos radicales”. Y, en este sentido, “uno de esos tiempos recios lo estamos viviendo en España con el desafío independentista catalán. No podemos dudar de que saltarse la Constitución supone romper con la democracia. Esta no es una frase más”.

Por otro lado, Martínez ha denunciado que “la sensibilidad hacia la verdad es erosionada por los intereses de parte que no dejan de ser tales, aunque se los disfrace de intereses del conjunto de la sociedad (como hace el populismo) o aunque vengan con el aval de las encuestas de opinión”. Asimismo, “también cae derrotada la verdad cuando se da por sentado que el valor de un buen discurso reside solamente en su eficacia persuasiva, y, por tanto, no importa engañar (hacer parecer justo lo injusto o bueno lo malo), con tal de persuadir”, porque “sin verdad no hay justicia y el diálogo se vuelve una farsa”.

“Manipulaciones” del bien común

En relación al bien común, ha explicado que “no es un bien que se busca por sí mismo, sino para las personas que forman parte de la comunidad social. El bien común, más que adaptarse a las preferencias de individuos y grupos, es el que proporciona el criterio para evaluar tales preferencias. De ahí que la libertad siempre ha de tener directa relación con el bien y no pueda reposar en una pura autorrealización personal, ni pueda expresarse la libertad soberana de un pueblo solo con lo que desea una parte de él”. De hecho, “esas manipulaciones del bien común y del sujeto pueblo son viajes hacia el abismo que dañan al pluralismo y a la democracia misma. Trabajar por el bien común empieza por cuidar ese conjunto de instituciones que estructuran jurídica, civil, política y culturalmente la vida social, a los distintos niveles del Estado”.

El rector ha querido hacer hincapié en que, “en la Transición, nuestros mayores hicieron política del bien común, con acuerdos que exigieron sacrificios, generosidad y confianza mutua”. Por eso, “hoy nos viene especialmente bien cultivar la memoria agradecida hacia nuestra Constitución y los que la hicieron posible, para reconocer las actitudes y los valores que allí se pusieron en práctica. Porque el amor está bien ponerlo en palabras, pero sobre todo hay que ponerlo en obras, me atrevo a decir que la fidelidad y la memoria agradecida a nuestra Constitución, es también una invitación a acoger, servir y amar a los que en nuestra tierra hoy son últimos y no pueden participar de ese bienestar al que todos somos llamados”. Y “a compartir la memoria viva con las generaciones de jóvenes que van a ser los líderes de un futuro próximo”.

El homenaje a los ‘padres de la Constitución’ y a la propia Carta Magna no trata de hacer “creer ilusamente que nuestra Ley de leyes sea perfecta (ninguna obra humana lo es) o que nunca vaya a necesitar actualización. Pero conviene no confundir la crisis del cambio de era en que estamos metidos con la crisis del marco constitucional”, ha dicho Martínez. Y ha concluído: “Claro que llegará el momento de hacer cambios teniendo en cuenta cómo se van alterando los parámetros que marcan la vida política, económica y social. Pero ojalá que sean hechos desde los valores fundamentales que animaron los pactos constitucionales”.

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Alicia Ruiz López de Soria, ODN







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