España

Pepa Torres a los superiores mayores: “Somos hijos de una tradición profética, pero también pecadora”





‘Los pobres nos desvelan el futuro’ es el título de la conferencia que ha tenido lugar en la tarde de hoy, 14 de noviembre, en el marco de la XXV Asamblea General de CONFER. “Este tema es la entraña de nuestra vida”, ha dicho Pepa Torres, religiosa de la Congregación de las Apostólicas del Corazón de Jesús y participante en la misma. Y es que “no hay posibilidad de seguir a Cristo si no compartimos nuestras vidas con los pobres”, ha apostillado.

En esta jornada de reflexión sobre la vida religiosa, Torres ha señalado que los consagrados son “hijos e hijas de una tradición profética, pero también pecadora”, ya que “en muchas ocasiones” desvincula a Dios de los pobres “centrándose en una doctrina moralizante o en la propia espiritualidad”. Sin embargo, ha recalcado que la forma que tiene la vida religiosa de relacionarse con los pobres “es la misma forma de relacionarse con Dios”.

“Debemos ser lugar de encuentro en periferias y fronteras para demostrar que para Dios nadie es descartable”, ha señalado. Torres considera que “hay una clara realidad en la humanidad”, y es la de la diferencia entre “aquellos que dan la vida por supuesto y aquellos para quienes conservarla supone un milagro”, una diferencia que establece en “aquellos que son válidos para la empresa, para el capital, y aquellos para los que no lo son”.

“No mirar de frente la realidad de los pobres nos hace cómplices”

“Los pobres nos desvelan el futuro porque tienen la capacidad de hacernos despertar del sueño de la cruel humanidad, haciéndonos ver el rostro de Cristo encarnado”, ha añadido, subrayando que los pobres “nos recuerdan que no mirar de frente su realidad y no ponernos a su lado nos hace cómplices” de los factores que les hacen vivir en esas realidades.

Dirigiéndose directamente a los superiores mayores, ha animado a no dejar de hacerse “preguntas incómodas”, como “qué es lo que más nos duele a los religiosos, dónde dormirán los pobres hoy o qué pasará con los manteros”, ya que “no podemos atrevernos a hablar de Dios como si los pobres no existieran, como si no hubiera feminicidios ni campos de refugiados, como si todo esto no fuera el grito de Dios que nos llama”.“Lo más opuesto a la fe es la instalación, por eso nunca puede ser un refugio ni una justificación, ha apuntado. 

“En este contexto que vivimos, la vida religiosa debe reivindicar el grito: porque los pobres si tienen voz, lo que no tienen son micrófonos ni medios de comunicación a favor de sus intereses“. Un grito que, para Torres, “es una amenaza al sistema”, pero que deben ser una “brújula” porque son “los gritos de Dios”.

Una Iglesia abierta a los más vulnerables

Así, refugiados, inmigrantes, personas discriminadas por su orientación sexual, credo o color de piel “son agentes de cambio social y eclesial, sujeto de liberación”. Lo que no son, “bajo ningún concepto es objeto ni de opción ni de evangelización”. En la misma línea, Paula Domingo, Carmelita de la Caridad Vedruna, ha apuntado que es necesario deshacerse de la idea de pensar que “somos quienes deben llevar la riqueza a los demás, porque esto nos hace perdernos mucha riqueza”. Por este motivo, ha pedido a los superiores generales que se “acerquen a estas realidades” y que no se pierdan “en papeles, reuniones y asambleas”.

Jorge de Dompablo, sacerdote diocesano que comparte su vivienda con 16 chicos en situación de vulnerabilidad, ha señalado que son los pobres “quienes llenan la vida de esperanza, y no al revés”, pero es necesario que puedan ver “una Iglesia con las puertas abiertas, donde vayan a ser acogidos”.

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