El papa Francisco se ha dirigido hoy, por medio de un mensaje, a los participantes en el encuentro organizado por la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica con motivo de la Jornada Pro Orantibus.
En su discurso, Bergoglio reflexiona sobre la “gran apreciación” que hace la Iglesia de la vida contemplativa. “¿Qué sería de la Iglesia sin la vida contemplativa? ¿Qué pasaría con la Iglesia y con el mundo sin faros que señalen el puerto para aquellos que se pierden en alta mar?”, se cuestionaba.
Por este motivo, ha agradecido a los religiosos de vida contemplativa porque “son apoyo para los débiles, faros, antorchas y centinelas” que “nos enriquecen con tantos frutos de santidad, misericordia y gracia”.
El Papa ha invitado a los asistentes a “tomar en serio el desafío de la formación”, el cual consiste en “un itinerario de asimilación progresiva de los sentimientos de Cristo hacia el Padre”. Este es, además, un desafío que requiere “un entrenamiento de por vida”, así como “aceptar con responsabilidad” que se trata de un proceso lento en el que es importante “no tener prisa”.
Francisco ha remarcado también la “importancia del discernimiento”, así como del “acompañamiento espiritual y vocacional de los candidatos sin permitirse nunca llenarse de ansiedad por los números y la eficiencia”. Para ello, es esencial procurar una buena “formación a los formadores” y a aquellos “llamados a prestar un servicio de autoridad”.
Por último, Bergoglio ha subrayado que para que la vida contemplativa “tenga sentido para la Iglesia y para el mundo de hoy”, ésta debe centrarse en una formación adaptada a los tiempos actuales, es decir, “integral, personalizada y bien acompañada”. De esta manera “se guardará fidelidad al carisma”, tanto de cada religioso y religiosa como de “toda la comunidad”.