Sonriente. Muy sonriente. Suelto. Y resuelto Sin titubear. Con presencia. Y cercanía. Así se presentó el obispo auxiliar de Valladolid, Luis Argüello, como nuevo secretario general de la Conferencia Episcopal, minutos después de recibir el apoyo de la Plenaria. “Soy más bajo que José María Gil Tamayo, tengo menos cuerpo y algo más de pelo”, bromeó el nuevo rostro de la Iglesia española ante los medios de comunicación en su primera intervención pública.
En este acto de presentación, se le invitó a reflexionar sobre los principales temas de actualidad del ámbito eclesial, desde las inmatriculaciones a la lacra de los abusos sexuales. “Afrontaré estas cuestiones con ánimo”, explicó, subrayando que no son para él temas ajenos, que sí ha tenido que afrontar como el rostro visible de la Iglesia vallisoletana. “Ahora tengo que ser fiel a lo que la comunión de los obispos respire sobre estos asuntos”, comentó, sin rehusar entrar en materia.
El desafío de la pederastia
De hecho, Argüello reconoció, sobre los abusos, que “es evidente que supone un desafío grande para nosotros a la hora de mirar hacia delante y de cuidar con especial mirada a las víctimas de las cosas mal hechas en el pasado”. Así, elogió del discurso del presidente de la Conferencia Episcopal, Ricardo Blázquez, durante la Asamblea Plenaria al “asumir enteramente” el documento del Sínodo de los Obispos al respecto.
Sobre la relación con el Gobierno, apuntó cómo “la Iglesia tendrá un hombro que arrimar, o los dos, en la reconfiguración del futuro del Estado del Bienestar, en lo que ahora se llama la Sociedad de los Cuidados, concretado en temas como las pensiones”.
Pluralidad frente a secularización
Entre los retos de la Iglesia, destacó cómo hacer frente la secularización: “No queremos lamentarnos tanto de la disminución del número de creyentes, sino que caigamos en la cuenta de que en la sociedad del siglo XXI, la Iglesia tiene que aprender en un mundo plural para poder ofrecer lo esencial de su depósito”.
Así hizo un llamamiento para una “reconversión pastoral”, pero huyendo de la tentación de una mirada excesivamente “pura”. ”Los pecados no los resuelven las leyes, queremos aportar una mirada más compasiva de unos con otros”, completó.
Promotor de Justicia y Paz
Interpelado para que dibujara un perfil de sí mismo ante los medios, no dudó en hacer un rápido retazo biográfico: “Tengo 65 años. Fui al seminario después de haber estudiado derecho y de haberme dedicado a la docencia en la Universidad De Valladolid, en unos años singulares para España, al finalizar un régimen político y el establecimiento de una democracia constitucional”, explicó.
A la vez, reconoció cómo “me ha marcado muchísimo mi madre -no sería creyente sin ella-, mi pueblo -en el que hoy solo duermen 50 personas-, mi colegio de La Salle, el seminario…”. Además, recordó cómo “un encuentro en el aeropuerto del Prat con Ruiz Jiménez” acabó convirtiéndose en una llamada a crear en Valladolid la entidad eclesial Justicia y Paz.
Acogida a Francisco
Tras una ronda de sondeo, Argüello fue elegido en primera vuelta con el respaldo de 45 votos, frente a los 29 de Jorge Fernández Sangrador, vicario general de Oviedo, lo que es interpretado como dos corrientes con sensibilidades distintas frente a las reformas del Papa y a la gestión del cardenal Blázquez como presidente de los obispos.
Preguntado por Vida Nueva sobre las coordenadas en las que se sitúa, señaló que “no puedo comprender ser obispo o sacerdote sin esta acogida del Papa. El propio Francisco insiste en una imagen: la Iglesia no es una esfera sino un poliedro. En la misma comunión caben sensibilidades y, en cuestiones de estrategias pastorales”. Sobre su relación con el Papa Francisco, asegura haberse encontrado en cuatro ocasiones. “Usted cultive la cultura del encuentro y ayude mucho al cardenal, que para eso le hemos nombrado auxiliar”, recordó que le dijo Bergoglio.
Perplejidad por el nombramiento
De la misma manera quiso dejar claro que “no he sido candidato a la Secretaría General hasta ayer por la tarde” cuando se expuso su nombre en la Permanente. “No había escrito una coma ni hice ninguna llamada”, subrayó a la vez que confesó que anoche le costó “algo más dormir por la perplejidad que me generó”. En esta misma línea, agradeció su nombramiento “no solo a los que me han votado, también a los que no”.
“En ese estado de ánimo me encuentro: perplejidad a la vez que deseo de trabajar. Una vez que se pasa el susto, hay que seguir adelante”, expresó con naturalidad. Y aunque no expuso programa alguno, sí quiso aclarar que se siente llamado a aterrizar la sinodalidad franciscana, “a hacer un camino juntos, entre los obispos, pero también en toda la Iglesia, porque la Iglesia no somos solo obispos sino un pueblo santo que necesita ser escuchado”.
Una Iglesia en salida
“Tenemos que poner en práctica esta sinodalidad, que ya se hace realidad cada día en las parroquias”, relató, a la vez que destacó la Secretaría General de la Conferencia Episcopal como “un instrumento al servicio de la sinodalidad”. A la par, señaló que, como secretario general, se siente llamado a apostar por “una Iglesia en salida” que se sitúe “al servicio de los más pobres” como “una realidad posible, incluso desde la fragilidad de nuestras fuerzas”.
Pero, ¿será secretario general y obispo? “En principio, la encomienda inicial es esta. En el diálogo de esta mañana con los obispos, se ha planteado la conveniencia de que en mis primeros pasos se hable de este asunto”, señaló Argüello aunque apuntó que “seguramente será necesario compatibilizarlo” con sus tareas episcopales. “Soy obispo auxiliar de Valladolid y no pienso renunciar a mi cercanía con el pueblo de Valladolid”.
Sobre la actitud necesario para ejercer como voz y rostro de la Conferencia, el prelado señaló que “una buena comunicación pide un punto cero que es escuchar, lo que de alguna manera viene de la sociedad. Además, tengo que escuchar lo que los obispos dicen y piensan”.