No era el candidato que muchos habían pensado en un principio, pero desde las 10:25 horas del miércoles 21 de noviembre, el obispo auxiliar de Valladolid, Luis Javier Argüello García (Meneses de Campos, Palencia, 1953), es el décimo secretario general en los 51 años de historia de la Conferencia Episcopal Española (CEE). Así lo decidió la mayoría de los obispos (45 de 80 presentes), en primera votación, reunidos en Madrid desde dos días antes para participar en la CXII Asamblea Plenaria.
Pero que Argüello –de quien se destaca su sólida formación intelectual, trabajo en la universidad y capacidad de comunicación, así como su facilidad para fajarse dialécticamente en cuestiones políticas, ámbito en el que se mueve con soltura siempre a favor del diálogo y el entendimiento– haya salido elegido con holgura en primera votación, no oculta la lucha de fondo que ha habido entre distintas sensibilidades eclesiales por un cargo de gran trascendencia.
Y es que en la mañana del martes 20 de noviembre, día en que la Comisión Permanente, en sesión extraordinaria, iba a celebrar su reunión para proponer la terna de nombres entre los que habría de elegir la Plenaria, “el mejor de los candidatos”, en palabras de un cardenal, se cayó de la lista. Se trataba de Jesús Fernández, obispo auxiliar de Santiago de Compostela y responsable de Cáritas en la Comisión Episcopal de Pastoral Social. Al parecer, quienes pusieron en marcha esa candidatura como alternativa a la de un Gil Tamayo que se autodescartó, valoraron todas sus cualidades y capacidades, pero no contaron con el parecer de su arzobispo, Julián Barrio, que se opuso a prescindir de él justo cuando han comenzado los preparativos para la próxima celebración del Año Santo Compostelano.
El nombre de Carlos López
Aunque Gil Tamayo había hecho circular también el nombre del sacerdote Carlos López, a quien nombró su vicesecretario para Asuntos Generales y era su hombre de confianza en Añastro –y bien visto en muchas diócesis por su capacidad de gestión–, no eran pocos los pastores que siguen considerando que el cargo debe ser desempeñado por un obispo para que los prelados le tengan en mayor consideración a la hora de hacer valer su trabajo.
Con estos antecedentes, a las 18:30 horas comenzó la reunión de la Comisión Permanente. Casi dos horas después, un tiempo inusitadamente largo para lo que es habitual en estos casos, se hizo pública la terna por orden de elección: “Jorge Fernández Sangrador, de la diócesis de Oviedo; Luis Argüello García, obispo auxiliar de Valladolid; Carlos López Segovia, vicesecretario general para Asuntos generales de la CEE”.
La candidatura del vicario general de Oviedo, Fernández Sangrador, venía con mucha fuerza. Por supuesto, con el respaldo de su arzobispo, Jesús Sanz, actual miembro del Comité Ejecutivo y estandarte para las elecciones a presidente en 2020 del sector que sigue teniendo en la figura del cardenal Antonio María Rouco Varela su santo y seña. Los 29 votos cosechados en la primera votación por el sacerdote asturiano hablan de la solidez de una propuesta que suponía el serio intento por promocionar a un sacerdote que sonó insistentemente para ser obispo auxiliar de Oviedo hasta que, en el último minuto, y en lo que era el primer nombramiento episcopal de Francisco para España, el elegido fue Juan Antonio Menéndez.
El músculo de Rouco
Ya durante las dos horas que duró la sesión de la Permanente –“en donde no hubo debate entre obispos, pues había un sector, el que sigue mirando a la calle Bailén [en alusión al cardenal Rouco], que venía con un objetivo muy claro”, confiesa un obispo– se vio la fuerza de la “opción asturiana”. Fueron dos horas dedicadas prácticamente al escrutinio de votos entre los 23 miembros de una Permanente que, en las últimas elecciones para la renovación de cargos, hace casi dos años, mostró su músculo al acaparar más presidencias de comisiones que los obispos que lideran los cardenales Blázquez y Omella, junto con Osoro, los hombres de confianza del Papa en España.
Fue ahí cuando se materializó la opción de Luis Argüello, con la decidida apuesta por él de su arzobispo, el cardenal Blázquez, que habría puesto toda la carne en el asador, aún cuando supone “compartir” a un auxiliar que mantiene perfectamente engrasada la Iglesia de Valladolid. Además, el candidato del presidente también era ya obispo, con lo que se deshacían las reticencias de algunos a que los secretarios generales sean simples sacerdotes.
La reunión electiva estaba fijada para las 10:00 de la mañana. A las 10:25 se había elegido ya a Argüello. Pero antes, en la de sondeo, aún se veía la pujanza de la opción de Fernández Sangrador: 30 votos frente a 37 para el auxiliar de Valladolid, y con 80 obispos en el aula de la Plenaria. La opción del vicesecretario Carlos López seguía parcelando el voto. Lección aprendida. En la primera votación se resuelve el enigma: 45 votos para Argüello, 29 para Sangrador, 5 para López y 1 voto en blanco.
“Solo hay un bloque organizado”
Consultados varios obispos, había satisfacción por el resultado, pero también una evidente preocupación y, en algunos, un asomo incluso de indignación. Por un lado, la constatación de que “somos muy pocos los obispos españoles que estamos apoyando al papa Francisco”, confesaba uno de ellos a Vida Nueva, también él “perplejo” por esta situación que, en su opinión, evidenciaba dos sensibilidades pastorales muy claras en el seno de la Conferencia Episcopal. “Hay un bloque muy fuerte en contra”, ratifica otro obispo consultado, en alusión a los que proponían al sacerdote asturiano. “Con este resultado hemos querido decir que ya está bien de imposiciones de una parte”, señalaba para comentar que había habido algún arzobispo que incluso había hecho campaña para conseguir avales en favor del vicario general del arzobispo de Madrid –un hombre de Rouco– sin contar con el consentimiento de Osoro.
“Es de esperar que, a partir de ahora, y con este resultado, empiecen a cambiar las tornas”, señala este pastor. ¿Y cómo es posible llegar a una Plenaria donde se elige un cargo tan importante como este sin que tengan ustedes un candidato consensuado y que sepa, además, que lo va a ser? El interlocutor mueve la cabeza y se encoge de hombros. “Solo hay un bloque organizado”, apunta.