“¡Gracias por tener el valor de venir con esta lluvia!”. Bajo una intenso aguacero, el Papa Francisco se dirigió a los numerosos fieles presentes en la plaza de San Pedro para el rezo de Ángelus en la festividad de Cristo Rey, con la que concluye el año litúrgico.
“Jesús no tiene ambiciones políticas”, aclaró el Papa, para aclarar que el reino de Dios que anunció “es otra cosa”. “No se logra con revueltas, la violencia y la fuerza de las armas”, subrayó, para explicar cómo prima la oración sobre la acción. “Jesús quiere dejar claro que por encima del poder político hay otro mucho mayor, que no se logra por medios humanos. Él vino a la tierra para ejercer este poder, que es el amor, dando testimonio de la verdad”, reiteró Jorge Mario Bergoglio.
Lección de historia
Echando la vista atrás, Francisco dijo que “la historia enseña que los reinos fundados en el poder de las armas y en la prevaricación son frágiles y tarde o temprano se derrumban”. Frente a esto, detalló que “el reino de Dios se basa en su amor y está arraigado en los corazones, dando a aquellos que acogen la paz, la libertad y la plenitud de la vida”.
Fue a partir de ahí, cuando el Papa lanzó su propuesta a los presentes en la plaza: “Jesús hoy nos pide que le dejemos ser nuestro rey. Un rey que con su palabra, su ejemplo y su vida inmolada en la cruz nos ha salvado de la muerte, señala el camino hacia el hombre perdido, da nueva luz a nuestra existencia marcada por la duda, el miedo y las pruebas cotidianas”.