España

Adif prohíbe la concesión de espacios en las estaciones de tren a fundaciones de Iglesia

  • San Juan de Dios denuncia el veto a instalar el belén que lleva más de 25 años en la estación de Atocha
  • La empresa dependiente de Fomento excluye a “entidades religiosas” de su política de cesión de espacios





Adif ya no quiere belenes en sus estaciones. Así lo denuncia la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios-Provincia de Castilla. “Este año será el primero que no instalemos el tradicional belén en la estación Madrid-Puerta de Atocha para dar la bienvenida a los viajeros”, denuncian en un comunicado. Y añaden: “Así será por la nueva normativa de Adif para no conceder espacios públicos a entidades religiosas”. Y es que la empresa pública, dependiente del Ministerio de Fomento, en sus nuevos “criterios para admitir y tramitar solicitudes” del programa Estación Abierta excluyen “las peticiones provenientes de partidos políticos, sindicatos o entidades religiosas”.

La Orden muestra su disconformidad porque creen “castigada” la hospitalidad. La realidad es que el belén se instala cada año, desde 1992, en la estación debido a que un trabajador jubilado de Adif, “que conocía nuestra labor preferente por las personas más desfavorecidas”, tuvo la iniciativa. Además, de forma espontánea, los viajeros iban depositando monedas que, “por decisión de los trabajadores de la estación, enviaron a la Obra Social de los Hermanos de San Juan de Dios”, explica la Orden.

Pero no es la única estación, tras poner la empresa pública su nueva política negro sobre blanco, que se queda sin belén. La estación de Chamartín, a la que se extendió la idea, tampoco verá este año el nacimiento. Una decisión que los Hermanos de San Juan de Dios consideran que atenta contra el “derecho a la libertad de culto” recogido en la Constitución. Y no solo eso, supone la lesión de la hospitalidad puesto que en los últimos 18 años, los belenes han servido para recaudar 24.000 euros que los viajeros han depositado de forma desinteresada para contribuir a la labor de la Orden.

Una posición “discriminatoria y excluyente”

De hecho, esta solidaridad espontánea ha contribuido “durante estos años en la mejora de la calidad de vida de las personas sin hogar del Albergue San Juan de Dios de Madrid y también en el funcionamiento del Hospital Saint Joseph’s Catholic en Liberia, África”, señalan. Así, “creemos que desde la Orden hemos contribuido en la sensibilización de la sociedad ante un problema social tan grave, que es uno de los compromisos sociales de esta institución”, recogen. Los Hermanos reconocen que la intención del belén “nunca ha sido captar fondos”: “Queríamos embellecer el paso de los viajeros por las estaciones, sobre todo para los más pequeños”.

La Orden, que este año, como cualquier otro, ha solicitado el espacio, se ha visto sorprendida con la negativa de la empresa pública aludiendo a su reglamento. “No compartimos esta posición, que nos parece discriminatoria y excluyente”, porque “consideramos que el hecho de tener un carácter religioso no puede impedir que concurramos a los espacios públicos en las mismas condiciones que el resto de entidades”, indican. Y es que esta decisión “dificulta nuestro compromiso para visibilizar ante la sociedad a las personas en situación de vulnerabilidad, pero seguiremos trabajando para cumplir con esta responsabilidad”.

Los Hermanos mantienen que creen “el diálogo, en la convivencia y en la igualdad de sentimientos, religiosos o no, de todos los seres humanos”. Pero, “a la hora de realizar una actividad solidaria, entendemos que lo relevante es evaluar la finalidad del espacio público pedido y los medios que se van a utilizar y no la naturaleza religiosa de la entidad”, dicen. Y se preguntan: “¿Es ético cambiar los criterios debido a esta naturaleza? ¿Es justo?”.

“Para nosotros –remarcan–, es incomprensible, desde nuestra filosofía centrada en la hospitalidad, que significa acoger de forma universal en función de la necesidad de cada persona sin discriminación de ningún tipo. Lo hacemos por convicción propia desde hace cerca de 500 años: ayudar a las personas que lo necesitan, sin distinciones”. Y reconocen que entienden “la laicidad como un marco de relaciones, siempre dentro de la democracia y la garantía de derechos fundamentales, en el que podemos convivir todas las expresiones de conciencia, ya sean religiosas o no, en plena igualdad y respeto”.

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