El secretario de Estado, el cardenal italiano Pietro Parolin, hace un llamamiento a los políticos y a los medios de comunicación para que abandonen los discursos que ligan la inmigración con la criminalidad y la amenaza al mantenimiento de la propia cultura. En el prefacio al libro ‘Immigration, understanding and proposals’, presentado en la tarde del lunes 26 de noviembre en la Pontificia Universidad Gregoriana, el ‘número dos’ de la Curia romana promueve una “visión positiva de la migración”, que disipe “prejuicios y miedos” y supere la “cultura dominante del descarte y del rechazo”.
Parolin lamenta que en el debate sobre la migración y el desarrollo no se haya “reconocido plenamente” la contribución que realizan las personas que lleguen a vivir a un país diferente del que han nacido. “Las migraciones han existido siempre en la historia humana y han contribuido en modo sustancial al nacimiento de las grandes civilizaciones del pasado y del presente”, escribe el secretario de Estado, que critica cómo las “barreras y muros” generan en cambio “divisiones y desigualdades” y provocan “resentimiento, rivalidad y conflictos” entre las personas.
Citando al papa Francisco, Parolin invita a pasar de considerar al otro “como una amenaza a nuestra comodidad” a estimarlo como a alguien que “con su experiencia de vida y sus valores puede aportar mucho y contribuir a la riqueza de nuestra sociedad”. Por eso propone superar la “narrativa negativa” sobre los migrantes y refugiados y no subrayar solo los casos negativos. Lamenta que se preste más atención al “árbol que cae, que seguramente hace ruido, pero no es representativo de la realidad”, que al “bosque que crece”.
El “aislamiento recíproco” entre la comunidad local y la migrante es otro de los problemas tratados por el secretario de Estado, que advierte sobre los peligros que supone el surgimiento de guetos. Al hablar sobre la integración, el cardenal italiano reconoce que “las dinámicas interculturales desafían la percepción de las identidades nacionales”, por lo que considera “legítimo” preguntarse cuáles los elementos no negociables para una sociedad. “No creo que haya respuestas estándar, a excepción de los valores y los principios considerados universales por las grandes religiones y por algunas éticas multiseculares”, concluye.