La Confederación Caribeña y Latinoamericana de Religiosos y Religiosas (CLAR), atendiendo al llamado del papa Francisco a construir la cultura de la protección para asumir la cero tolerancia frente a todo tipo de abusos que “golpea a la niñez en todos los contextos sociales y que ha tocado profundamente a la misma Iglesia” realizó el Seminario continental sobre el cuidado y la protección de menores en la ciudad de Bogotá, del 20 al 23 de noviembre de 2018, reuniendo a 76 participantes de 19 países, desde Estados Unidos hasta Chile.
El evento, bajo la metodología del ver, discernir, interactuar y celebrar, contó con la presentación de ponencias en la que se abordaron temas del abuso sexual, maltrato infantil, cultura del buen trato y protocolos de protección a víctimas, reforzadas con ejercicios personales, trabajo en grupos y videos-testimonios.
El panel de especialistas estuvo integrado por los miembros responsables de la Comisión de la CLAR para el “Cuidado y Protección de Menores” integrado por las religiosas María Rosaura González, de la compañía de Santa Teresa de Jesús, adscrita al centro de protección de menores de la Pontificia Universidad Gregoriana en Roma, Marcela Sáenz Escobar, de las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, integrante de la comisión nacional de escucha de las víctimas en Chile y por el Leonardo Enrique Tejeiro Duque, perteneciente a los Hermanos de La Salle, doctor en derecho canónico. Se contó con la participación especial Luis Manuel Alí, obispo auxiliar de Bogotá, quien participa en la comisión de protección de menores de El Vaticano.
En el marco de este evento, y bajo el lema ‘salgamos aprisa al cuidado de niñas, niños y adolescentes’, en un mensaje final la CLAR expresó que “estos días fueron de profunda conmoción. Hemos vivido momentos de dolor, de vergüenza y de tristeza. Nos sentimos hermanas y hermanos en solidaridad con quienes han sido víctimas del abuso en nuestra Iglesia”.
Ante el enorme sufrimiento de las víctimas, los participantes expresaron su deseo de no permanecer indiferentes: “Nos comprometemos a acogerles, a escucharles y a ponerles al centro en este momento, pues, necesitamos dar pasos de conversión en nuestro modo de relacionarnos y en la construcción de un nuevo modo de ser Iglesia”.
Fueron días de reflexión que, a juicio de los religiosos que vivieron el seminario, condujeron “a adentrarnos en la magnitud de la situación que está viviendo la Iglesia y la sociedad en general. Hemos aclarado términos, conceptos y hemos aprendido a identificar señales que nos ponen en alerta, frente a la posibilidad de una situación de abuso”.
“No podemos olvidar que quien abusa es también una hermana o un hermano, y no es minimizando el abuso, ignorándolo o encubriéndolo como podemos ayudarle. Descubrimos en ella o en él, nuestro fallo en la evangelización, en el acompañamiento y en nuestras cegueras por no ver lo que estaba pasando”, señalaron.
En materia de protección de menores, los miembros de la CLAR definen que “todo abuso sexual está enmarcado en una relación asimétrica de poder, que lejos de ser vivida desde el servicio, al estilo de Jesús, se apodera de la vida, del cuerpo y de la conciencia de quienes están en situación de vulnerabilidad”.
Asimismo, en el contexto del seminario se hizo una profunda reflexión sobre la realidad de Chile, evidenciando que “en la Iglesia se ha dado un sistema que ha ido propiciando el abuso. Esto nos duele profundamente, pues nos sentimos evangelizados y evangelizadores del Reino de la fraternidad y de la equidad”.
Otro de los puntos abordados fue el abuso de conciencia que, setún los religiosos y las religiosas, “es más frecuente de lo que pensamos. Con este abuso, la víctima puede llegar a perder su capacidad de decisión y libertad individual. Esto ha cuestionado nuestros procesos formativos y relaciones pastorales”.
“Nos sentimos llamados a acoger el dolor de las víctimas, a acercarnos a su realidad, igual que cuando nos acercamos a la cruz para contemplar a Jesús como víctima y para reconocerlo en sus rostros. Nuestra sensibilidad hacia esta realidad crece y se encarna al descubrir el rostro concreto de quienes han sufrido el abuso. Solo la escucha a las víctimas nos llevará hacia una verdadera conversión”, manifestaron.
Con “este telón de fondo”, la CLAR asume “caminar en la verdad y hacernos cargo de la realidad”, por ello se comprometen en primera instancia a impulsar en las conferencias de religiosas y religiosos las comisiones nacionales de protección de menores “como espacios de evangelización, orientación, animación, formación permanente afectivo-sexual y espiritual”.
Otro de los desafíos será “estimular un trabajo colegial con otras instancias de la Iglesia –como las Conferencias Episcopales– y con la sociedad civil para elaborar o poner en común líneas guías”, al igual que “trabajar desde lo interdisciplinar e inter-congregacional tejiendo redes, para que cada congregación religiosa pueda aportar las propias riquezas y así, responder con humildad, valentía y esperanza en la construcción de una cultura de cuidado, buen trato y protección”.
Finalmente, la comisión de protección de menores de la CLAR revisará y actualizará los procesos formativos, de tal manera que, “sean procesos integrales, en donde la formación afectivo-sexual sea una prioridad”.