Contagiar por el testimonio y la experiencia. Es la propuesta que lanzaron los cinco participantes de la mesa redonda organizada por la revista Vida Nueva durante el II Congreso REinspira sobre marketing religioso. Coordinada por el director de la publicación, José Beltrán, en la sobremesa del encuentro se analizó cómo la Iglesia puede conectar con los millennials y cómo superar esa desconexión con la llamada “generación del banco vacío”.
“Menos pretensión y más relación” fue la reivindicación de Paula Rein, graduada en Bellas Artes y estudiante de Humanidades, que se reencontró con la fe hace dos años. Fue el estilo de vida de uno de los profesores de su universidad, “que nunca dijo explícitamente que fuera creyente”, quien le interpeló a preguntarse el motivo de su felicidad. “Si no hay un núcleo auténtico, no hay nada que hacer”, expresó Paula, que instó a los comunicadores presentes en la sala a “estar atentos a las necesidades del corazón”. En esta misma línea llamó a la Iglesia a promover un verdadero acompañamiento.
Para la psicóloga Clara Rodríguez Sábate, la Iglesia está llamada a “modificar su discurso para que sea inclusivo, para lanzar el mensaje de que todos caben”. “En este sentido creo que el papa Francisco ha hecho mucho para avanzar en este sentido. Ahora toca dar el siguiente paso, porque el Vaticano nos suena a algo alejado y lo que necesitamos los jóvenes es sentir ese cambio de discurso en la parroquia de nuestro barrio”, aseveró.
Clara se identifica como no creyente, aun cuando ha crecido en una sociedad con poso creyente. Sin embargo, admitió como hace unos meses su concepto sobre la Iglesia -institución cambió cuando comenzó a colaborar con las Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor en un programa de víctimas de trata. “Si vincularme a esta familia religiosa y vivir los valores que ellas viven es ser creyente, yo lo soy”, sentenció Clara que insistió en la necesidad de no quedarse atrapados en “dogmas o doctrinas con las que los jóvenes de hoy no nos sentimos reflejados”.
“Los jóvenes de hoy tienen muchas ganas de hacer, pero hay que proponerles cómo”, reforzó el religioso salesiano, Sergi Moreno, que actualmente colabora en un piso para menores no acompañados del barrio madrileño de Carabanchel. “En la Iglesia tenemos que promover la acogida con un mensaje de ternura y de amor, que solo llegará en la medida en la que se fundamente en una autenticidad y coherencia de vida”, añadió este futuro sacerdote.
Mohammed Filali Baba Louartiti compartió con los participantes del congreso las dificultades compartidas con los católicos de “vivir como creyente en un contexto prácticamente ateo”. “Si la religión tiene mala prensa, demos buen ejemplo y cambiemos”, alentó este musulmán estudiante de óptica y optometría que promueve la integración del Islam a través de la asociación Onda de Madrid.
Generar espacios de encuentro es también el empeño de Ignacio Pou, emprendedor creador de Democresía, una plataforma digital en la que busca presentar los valores del Evangelio. “En internet no hay que estar por estar”, remarcó para defender que “la Iglesia tiene que hacer todavía hacer muchos esfuerzos por pulir el mensaje, pero sobre todo debe concentrar sus esfuerzos en promover relaciones reales con los jóvenes, a estar al quite para acompañarles en su día a día”.