El Foro Osio, del Cabildo Catedral de Córdoba ha organizado, durante este fin de semana, el II Congreso Nacional sobre Cocina Conventual, un encuentro que comenzó la noche del viernes con la celebración de una cena a beneficio de los conventos de la diócesis de Córdoba. Con perspectiva de fomentar el diálogo entre fe y cultura, Antonio Prieto, canónigo responsable de Foro Osio, explica a Vida Nueva que “el objetivo del congreso es dar a conocer la vida conventual y monástica a través de la gastronomía”.
“La cocina es un elemento de dialogo, y queríamos dar a conocer el fenómeno gastronómico de los conventos”, señala. Y es que se trata de un fenómeno que surge en la Edad Media y que se encuentra, desde sus inicios, estrechamente relacionado con “el ejercicio de la caridad y la ayuda a los necesitados”, lo cual repercutía a su vez en la cocina de los monasterios.
Un tema fundamental y que se ha abordado en profundidad es “el valor nutritivo y saludable” de esta cocina, basada en “legumbres, fruta y vegetales”, ya que, debido al voto de pobreza, la carne y el pescado se consumía en pocas ocasiones. Es también una cocina “muy ordenada y muy lenta”, que fomenta el tomar conciencia de lo que se come y hacerlo acompañados, algo “muy alejado de lo que se suele ver ahora, que vamos siempre con prisas y triunfa la comida rápida”. En definitiva, “lo que hoy recomiendan los dietistas es lo que hacen los monjes sin saberlo”.
La vida monástica y conventual en Córdoba es “muy abundante, sobre todo en el caso de religiosas”, tanto en la capital como en los pueblos. Si bien es cierto que viven un momento de “sequía vocacional y envejecimiento de las religiosas”, lo viven “con esperanza”, ya que son conscientes de que “su vida está siendo valiosa para el mundo, ya que una vida entregada por amor a Dios siempre es recompensada”.
Durante los días de congreso “ha habido testimonios de religiosas, que emocionaron mucho a los presentes”. Y, precisamente para fomentar el conocimiento de lo que supone esta vida, así como para “analizar” su “presente y futuro” se ha llevado a cabo esta iniciativa. Además, es una “forma de colaborar” para que “se ponga en valor”.
“Los que participan en estas iniciativas cuentan que nadie que se acerque a un convento queda indiferente, sale de allí haciéndose preguntas acerca del sentido de la vida, de por qué quienes viven ahí está tan felices”. Además, es una forma para que los que viven su vida en los monasterios “se sientan acogidos y valorados”. Una manera de que sepan “que no nos olvidamos de ellos”.