En vísperas del Día internacional de las Personas con Discapacidad (3 de diciembre) convocado por Naciones Unidas, acaba de ver la luz ‘Discapacidad y magisterio. La Convención de la ONU sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad en diálogo con el magisterio de San Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco’. Se trata de la tesis del sacerdote José Manuel Montaner Isnardo (Beniarjó, 1978), un trabajo editado por la Universidad Católica de Valencia, de la que también es profesor y capellán. Sin embargo, más allá de estas ocupaciones y de sus licenciaturas, másters y doctorado, “lo más importante de mi biografía es ser sacerdote” (lo es desde hace 16 años), confiesa el autor. Hoy desarrolla su ministerio como párroco de Nuestra Señor de Lourdes, una “humilde” comunidad parroquial de la ciudad del Turia de la que aprende “mucho” cada día. También sobre las personas con discapacidad.
PREGUNTA.- ¿Somos una sociedad inclusiva, que acoge e integra a las personas con discapacidad?
RESPUESTA.- Se nos llena la boca al decir que somos una sociedad inclusiva, pero hay algunos elementos que me hacen pensar que si bien es verdad, que gracias a Dios, hemos avanzado mucho, quedan cosas importantes por hacer. Si somos una sociedad tan inclusiva, ¿cómo es que hay muchas personas con silla de ruedas o con dificultades de movilidad que tienen serías dificultades para ir en ciertos medios de transporte (trenes, aviones, autobuses…). ¿Cómo es que hay muchas personas con problemas visuales y auditivos importantes y no se les ayuda? ¿Cómo es que practicamos “la cultura del descarte” que denuncia el papa Francisco?
P.- ¿Y en la Iglesia, cómo convivimos con la discapacidad?
R.- En la Iglesia hemos avanzado mucho, pero queda camino por recorrer. En ocasiones será necesario adaptar nuestros templos a las distintas personas con discapacidad (diversidad funcional, en expresión de la Convención de la ONU). Es necesario, como dice también el ‘Directorio General para la Catequesis’ (DGC) que adaptemos la catequesis a las personas con discapacidad (con formatos, modos….). Es necesario que a este colectivo lo veamos y tratemos como agentes activos de la evangelización. Es necesario que en la parroquia no solo se cuente con ellos, sino que ellos vivan y nos ayuden a vivir la fe.
P.- De hecho, así nos lo recuerda el magisterio, ¿no?
R.- Efectivamente. ‘Christifideles Laici’, 54 recuerda que las personas con discapacidad son agentes activos de pastoral; ‘Verbum Domini’, 71 exhorta a buscar soluciones para que las personas con discapacidad visual o auditiva tengan “acceso a la Palabra de Dios”; y en ‘Sacramentum Caritatis’, 58 el papa Benedicto XVI invita a darles la “comunión en la fe de la familia y de la comunidad que los acompaña”.
P.- ¿Por qué escogió este tema para su tesis?
R.- Intento dedicar tiempo al despacho parroquial. Por las tardes, a partir de las cuatro y hasta la hora que Dios quiera, suelo estar allí o muy localizado. Una de esas tardes, hace unos cuatro años vino un matrimonio a hablar conmigo. Tenía un sufrimiento muy grande. Y me preguntaron directamente qué dice la Iglesia sobre la discapacidad. Yo les dije una serie de cosas y el padre me contestó (es como si los tuviera aquí delante): “Eso son tópicos”. Le pedí tiempo: “Lo veo, lo estudio y lo comparto con vosotros”. Así surgió. Durante este tiempo, las cosas que he ido descubriendo las he ido compartiendo con ellos.
P.- Entonces, siguen en contacto…
R.- Sí, por supuesto. Siguen viniendo a la parroquia como miembros de ella que comparten su fe con toda la comunidad.
P.- ¿Qué puede enseñar el magisterio de los últimos papas a las políticas sociales sobre discapacidad puestas en marcha en nuestro país?
R.- En primer lugar, a defender todos los derechos de las personas con discapacidad. Quiero insistir en todos los derechos, también el derecho a la vida de toda persona, y fundamentarlos desde una verdadera antropología. San Juan Pablo II decía: “El grado de salud física o mental no añade ni quita nada a la dignidad de la persona; más aún, el sufrimiento puede darles derechos especiales en nuestra relación con él”. Además de lo dicho, nuestras políticas sociales no pueden ni deben estar medidas por el valor del dinero, ya que el valor de la dignidad de la persona no puede bajar como los valores de la bolsa.
P.- ¿Tiene suficiente visibilidad en el seno de la Iglesia una organización como la Fraternidad Cristiana de Personas con Discapacidad (Frater)?
R.- Que me disculpen las personas y familias que pertenezcan a esta organización, pero la desconozco. Alabo la enorme labor que realizan distintos movimientos (comunidades Fe y Luz, El Arca…), organizaciones y realidades eclesiales y sus familias, pero creo que a nivel general nos queda mucho camino por recorrer.
P.- ¿Cómo aprovecharía el tirón mediático de una película como ‘Campeones’ para sensibilizar al conjunto de la ciudadanía sobre esta realidad?
R.- No solo para sensibilizar o recordar, sino para que descubramos cómo todas las personas tienen mucho que aportar a la sociedad. Pero las personas con discapacidad no solo aportan cosas a la sociedad, sino que nos enseñan que es posible realizar muchas cosas; que, aunque son dificultosas en ocasiones, son posibles. Y, en este sentido, ellos son un modelo para nosotros. Así se lo recordaba el papa Francisco a una delegación de deportistas.
P.- ¿Un mensaje final desde el magisterio para las personas con discapacidad?
R.- Lo resumiré –perdone el atrevimiento– en cuatro ideas: tienen un lugar muy importante en la Iglesia; son el mismo rostro de Dios, e imagen y semejanza de Él; tienen una misión fundamental y activa en la Nueva Evangelización; y es necesaria la atención integral a las familias, también en la dimensión de la fe.