Judith Schönsteiner: “Tenemos que hacer un proceso de aprendizaje porque fuimos criadas con sesgos masculinos”

  • La portavoz de ‘Mujeres Iglesia’, colectivo de laicas y religiosas de Chile, reflexiona sobre el genio femenino para Vida Nueva
  • “Les hemos llevado a los obispos propuestas sobre participación en la liturgia, formación en Teología y participación de la mujer en la Iglesia”, asegura

Judith Schönsteiner: “Tenemos que hacer un proceso de aprendizaje porque fuimos criadas con

“Sin la mujer en pie de igualdad, en la liturgia y en la formación, con real participación en la toma de decisiones, no hay renovación eclesial: está demasiado encarrilada en una única manera de pensar. Obviamente también deben estar los hombres, pero faltamos las mujeres aportando nuestra perspectiva para ver las cosas. En esto nosotras tenemos que hacer un proceso de aprendizaje porque fuimos criadas con sesgos masculinos”. Quien hace esta reflexión es Judith Schönsteiner, profesora de la Facultad de Derecho de la Universidad Diego Portales, en Santiago de Chile, magister en Ciencia Política y doctora en Derecho, especializada en Derechos Humanos. Laica, vive en Chile hace 10 años y participa en el equipo de coordinación de ‘Mujeres Iglesia’, un activo grupo que se ha extendido a muchas regiones del país motivadas por reflexionar sobre el rol de las mujeres en la Iglesia.

Este grupo comenzó hace poco más de tres años con unas pocas laicas y religiosas, que se atrevieron a planificar un encuentro nacional invitando mujeres de regiones. Judith se integra en ese momento para colaborar en la planificación de ese encuentro que logró reunir más de 100 mujeres quienes reflexionaron sobre el texto de María Magdalena en la resurrección de Jesús. En un primer momento abordaron la pregunta ‘¿por qué lloramos en la Iglesia?’ y luego ‘¿qué tenemos que decir a nuestros hermanos?’. La profundidad de estas reflexiones y el entusiasmo que generó este encuentro produjo que continuaran haciéndolo cada mes y se reprodujera en regiones. “El principal fruto es una gran emoción al ver que es posible reunirnos como mujeres, conversar, reflexionar y celebrar a nuestro modo: bailamos, oramos, con formas en parte distintas a las habituales en la liturgia convencional”, confiesa Judith.  

P.- ¿Cómo describes ‘Mujeres Iglesia’?

R.- Es un experimento porque no tenemos estructura. No queremos sacar a las mujeres de donde están o que esto sea otro movimiento más. Es una red de conexión del movimiento del Espíritu, de la Ruah, en la que Dios nos llama y nos convoca para contribuir a la Iglesia justamente en este momento tan débil en que muchos modelos e ideas han fracasado. Compartimos, reflexionamos y proponemos acerca de cómo ser iglesia hoy. No solo como mujeres, sino desde nuestro ser mujeres, con los hombres.

Es un espacio, en este sentido, profético porque es de propuestas, de probar cómo es ese vivir la iglesia. Y es un espacio de empoderamiento para ir adquiriendo también ese rol que queremos ocupar. Sentimos que es del Espíritu y no sabemos dónde nos va a llevar. Nuestro enfoque es Jesús en la convicción que por algo se reveló primero a las mujeres y les pidió ser profetas y apóstoles. Por eso celebramos la fiesta de María Magdalena, a quien hace pocos años el Papa Francisco reconoció como Apóstol de los apóstoles. Celebramos su fiesta con una liturgia nuestra en la que también participaron hombres.  

P.- Después del encuentro nacional inicial, ¿hicieron otro?

R.- Si, en abril pasado con el tema del anuncio del Evangelio. Invitamos a Lucía Riba, teóloga argentina, quien nos dio pistas para abordar la crisis de la iglesia y esta vocación de anuncio. Allí surgió la idea de escribir una carta a los obispos con nuestras preocupaciones. Y la iniciativa de instalar un comentario al Evangelio, cada domingo, escrito por una mujer. Ha tenido mucha acogida y lo han escrito mujeres distintas: desde una doctora en teología hasta un grupo de una población que lo hicieron en común.  

Es un experimento interesante porque muestra que las mujeres sí, podemos. Varias mujeres han predicado en Misas dominicales o de celebraciones especiales, como me pasó a mí que un jesuita me invitó a predicar en su primera Misa.  

P.- ¿Qué acogida tuvo la carta que enviaron a los obispos?

R.- Les hicimos propuestas de cómo sanar las heridas de la Iglesia. La enviamos al Comité Permanente. Tuvimos que insistir un poco para que nos respondieran y nos recibió la Comisión Pastoral, no el Comité Permanente como habíamos pedido. Les llevamos propuestas sobre participación en la Liturgia, formación en Teología y participación de la mujer en la Iglesia. Ojalá pronto podamos conversar estos temas con el Comité Permanente.

Con ellos hablamos de lenguaje inclusivo en las liturgias, participación de las mujeres en las prédicas, diagnóstico de la situación teológica de las mujeres. Es muy expresivo lo que ocurre en la Facultad de Teología donde hay sólo 8 mujeres entre 200 hombres, entregan bibliografía para lectura que no incluye ninguna mujer como autora. La formación a los agentes pastorales en escasos lugares tiene un enfoque de participación de las mujeres y casi nunca tiene el enfoque de formación de la conciencia de las mujeres.

P.- ¿Qué proyección ven a estas acciones?

R.- Hubo reacciones interesantes. Agradecemos que nos hayan escuchado y que algunos hayan mostrado inquietud frente a nuestros temas. Creemos que esta acción debe ser muy transversal y amplia: de muchas regiones, de diversidad social que rompa el clasismo que hay en Chile y eso lo estamos logrando porque somos muy diversas, lo que enriquece mucho.

Yo no veo un avance en la renovación de la eclesiología de los obispos y clérigos. Son pocos los que pueden cuestionar sus propios paradigmas y premisas, no doctrinales, sino culturales. Eso no será rápido, pero vamos generando ese movimiento en los laicos. Los obispos solos no son la iglesia, ni con los curas. Somos todos el Pueblo de Dios y eso se va viviendo poco a poco, más en el laicado hoy día que en los pastores.

Noticias relacionadas
Compartir