Vaticano

“Hay un peligro en los líderes: aferrarse demasiado a la gente y no tomar distancias”, advierte el Papa en la audiencia

  • Durante su catequesis de los miércoles, Francisco recuerda que Jesús no acabó “secuestrado” por sus seguidores pese a la “urgencia de su misión”
  • Invita a los fieles a que le pidan a Dios que les enseñe a rezar “para que nuestra oración no sea ni rutinaria ni egoísta, sino encarnada en nuestra vida”





Terminado el ciclo de catequesis sobre el Decálogo, el papa Francisco inició durante la audiencia general celebrada en el Aula Pablo VI del Vaticano este miércoles 5 de diciembre una nueva serie de meditaciones dedicada a la oración del ‘Padre Nuestro’. El Pontífice recordó cómo Jesús, pese a la “urgencia de su misión” y a la gente que “lo reclamaba”, sentía la necesidad de apartarse para poder rezar en soledad. Cristo no acabó “secuestrado por las expectativas de quienes lo había elegido como líder”, dijo Jorge Mario Bergoglio, aportando a continuación un consejo: “Hay un peligro en los líderes: aferrarse demasiado a la gente y no tomar distancias”. Jesús se dio cuenta de este riesgo y no quiso acabar “secuestrado” por la masa. Se comportó así como un “Mesías original”.

Jesús, un “maestro de oración”

Francisco destacó en su catequesis la “intensidad” de la oración de Jesús en los lugares públicos, donde “compartía la liturgia de su pueblo”. Eso no le impedía que buscara también sitios “recogidos, separados del torbellino del mundo” para descender hasta lo más profundo de su alma. “Es el profeta que conoce las piedras del desierto y sube hasta lo más alto de los montes”.

Toda la vida de Cristo estaba “marcada por la oración”, dijo el Papa. “Esa actitud se ve también en sus últimas palabras en la cruz, que eran frases tomadas de los salmos. Jesús rezaba como cualquier hombre, pero su modo de hacerlo estaba envuelto en el misterio. Esto impactó a sus discípulos y por eso le pidieron: ‘Señor, enséñanos a rezar’. Jesús se convirtió así en maestro de oración para ellos, como quiere serlo también para nosotros”.  

En su saludo a los peregrinos de lengua española venidos de España y Latinoamérica, Francisco se despidió animándoles a que le pidieran a Dios que les enseñe a rezar “para que nuestra oración no sea ni rutinaria ni egoísta, sino encarnada en nuestra vida y que sea agradable a nuestro Padre del cielo”.

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Alicia Ruiz López de Soria, ODN







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