Hoy es 8 de diciembre e infinidad de lugares y colectivos celebran su fiesta principal. Con motivo de la solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen ,‘Vida Nueva’ repasa algunas de las curiosidades que rodean esta celebración.
Una jornada para festejar un elemento teológico que en Oriente fraguó desde el tiempo de los apócrifos y que ya se intuyen desde el III Concilio de Éfeso, en el 431. La cantidad de Inma, Concha o Conchita dan muestra de la fuerza de esta devoción.
Aunque muchos piensen que la Virgen del Pilar es la más española de las devociones marianas, los reyes han sido tan devotos de la Inmaculada que la han declarado la patrona de España. Ya los reyes godos la alaban y hay testimonio de Fernando III el Santo, Jaime I el Conquistador, Carlos I (o V), Felipe II o Carlos III que consolidó este patrocinio.
Desde 1644, el 8 de diciembre es fiesta de carácter nacional en recuerdo de la Batalla de Empel en Holanda. Una disputa celebrada en esa fecha, pero en 1585, y que acabó con una milagrosa victoria española. Una tabla flamenca con la imagen de la Inmaculada acompañó a los ejércitos hispanos a la batalla.
Además, aunque esto no guste a todos, la devoción a la Inmaculada fue tan grande en Cataluña que desde allí fue un elemento empleado por el beato Ramón Llul desde el ámbito eclesiástico, y el rey Jaime II, desde el ámbito civil, para que su extendiese a los demás reinos. También es la patrona de Nicaragua, Panamá, Paraguay e incluso de Estados Unidos.
La historia dela pintura religioso no se entendería sin inmaculadas como la de Zurbarán, Murillo, Tiepolo o Velázquez. Incluso la Capilla Sixtina tiene una especie de profesión de fe inmaculista. Precisamente en el Murillo encargado por Felipe IV –y eso que durante los años de 1644-1655 estuvo prohibido por el Vaticano hablar de la Inmaculada Concepción de la Virgen– tiene grabada una frase por orden del rey que hay quedado para la posteridad: “Sine labe concepta”. Expresión esta que ha pasado al devocionario español en la jaculatoria “sin pecado concebida”, que no encuentra parangón en otras tierras.
Las iconografía ha ido desde el beso casto de san Joaquín y santa Ana del Giotto (1305-1310) a los conocidos atributos de la mujer del Apocalipsis con la luna, la serpiente y las estrellas.
Aunque pueda parecer por las manifestaciones artísticas o por diferentes tradiciones arraigadas que la definición dogmática de la Inmaculada Concepción de María siempre ha estado ahí; sin embargo dicha proclamación magisterial no se produjo hasta el siglo XIX. Fue en 1854 con la bula ‘Ineffabilis Deus’ de Pío IX cuando se decretó:
Definimos, afirmamos y pronunciamos que la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de culpa original desde el primer instante de su concepción, por singular privilegio y gracia de Dios Omnipotente, en atención a los méritos de Cristo-Jesús, Salvador del género humano, ha sido revelada por Dios y por tanto debe ser firme y constantemente creída por todos los fieles.
Por lo cual, si alguno tuviere la temeridad, lo cual Dios no permita, de dudar en su corazón lo que por Nos ha sido definido, sepa y entienda que su propio juicio lo condena, que su fe ha naufragado y que ha caído de la unidad de la Iglesia y que si además osaren manifestar de palabra o por escrito o de otra cualquiera manera externa lo que sintieren en su corazón, por lo mismo quedan sujetos a las penas establecidas por el derecho.
Los franciscanos, especialmente a través de Duns Scoto, han sido siempre tradicionales defensores de la Inmaculada mucho antes de la definición dogmática. Esta defensa en las predicaciones caló en muchas zonas del mundo. En el caso español tenemos antiguas iniciativas en Valencia o Sevilla, que juró la defensa de la Concepción de María, Toda Pura, en 1615.
Frente a esta emotiva defensa, la historia de la Teología ha colocado a los dominicos, que son ‘maculistas’ sobre todo para hacer compatible la argumentación de santo Tomás de Aquino sobre el principio de la Universalidad de la Redención. Los recorridos de ambas órdenes hace que tierras como Flandes, Inglaterra, el Norte de Francia, Bretaña, Normandía sean inmaculistas y otras como Alsacia lo sean bastante menos.
En 1864, la Santa Sede concedió el privilegio a los sacerdotes españoles –y antiguos territorios vinculados– de utilizar un color litúrgico diferenciador en esta solemnidad: el azul celeste. Los papas concedieron además el una misa propia y toda una octava dedicada a la Virgen.
Este privilegio se ha extendido después a los franciscanos y también a algunas fiestas marianas alemanas. Por el vínculo con España también se emplea en algunas diócesis del sur de Italia. También Austria tiene el privilegio y Benedicto XVI lo demostró vistiendo de azul el 8 de septiembre de 2007.
La conocida bandera de la Unión Europea, con 12 estrellas doradas en círculo sobre fondo azul fue aprobada por el Consejo de Europa el 8 de diciembre de 1955 y elaborada por el pintor Arsène Heitz. Es la divisa que agrupa a todas las instituciones comunitarias desde 1986. Las alternativas eran un círculo de anillos, una ‘E’ verde o una cruz roja en un círculo amarillo sobre fondo azul.
El diseñador apuntó como fuente directa de su inspiración para el diseño a la imagen de la mujer revestida de sol del Apocalipsis. Además, también ha sido colocada en una vitrina en la catedral de Estrasburgo.
Los papas, desde 1953, acuden cada 8 de diciembre a la imagen de la Inmaculada que hay en la plaza Mignanelli de Roma, una plaza que está unida a la de España. Allí el pontífice realiza una ofrenda y una bombero de la ciudad le coloca una corona a la Virgen. Los bomberos recuerdan como 220 de ellos subieron la imagen encima de la columna para su inauguración por Pío IX el 8 de diciembre de 1857.
Esta imagen se encuentra justo delante del Palacio de España, en el que desde 1647 se encuentra la embajada ante la Santa Sede. Por ello, en este homenaje la diplomacia española está en primera fila.
María ha sido radicalmente redimida por Cristo, precediéndonos en este acto de salvación al que todos aspiramos. “El misterio de la Inmaculada Concepción es fuente de luz interior, de esperanza y de consuelo”, señaló Benedicto XVI.
Para el papa alemán “María Inmaculada nos ayuda a redescubrir y defender la profundidad de las personas, pues en ella se da una perfecta transparencia del alma en el cuerpo. Es la pureza en persona, en el sentido de que espíritu, alma y cuerpo son en ella plenamente coherentes entre sí y con la voluntad de Dios”.