Las llamadas del papa Francisco a ser una Iglesia en salida van teniendo su acogida en las diócesis españolas. Renovados planes pastorales que invitan a dejar atrás la autorreferencialidad y ‘vivir en cristiano’, como el recientemente presentado en Barcelona; misiones diocesanas que sacan la fe a la calle para resucitar la fraternidad también con quienes no creen, como en Logroño; sínodos que apuestan por sacudir el letargo y escuchar al Pueblo de Dios para delinear juntos el futuro, afrontando sin maquillajes las dificultes del presente y buscando con sentido razones para la esperanza…
Las diócesis españolas quieren ponerse en estado de misión y despejar la incertidumbre. Algunas acaban de clausurar sus sínodos, como Santiago de Compostela o Coria-Cáceres. Y otras acaban de abrirlos, como la de Sigüenza-Guadalajara el 2 de diciembre, con más de mil personas y un centenar de sacerdotes en la catedral seguntina.
Atención a niños y jóvenes
“El Código de Derecho Canónico dice que el obispo debe escuchar, para el gobierno de la diócesis, a todos los diocesanos. Por eso me pareció oportuna esta convocatoria, para escuchar cómo afrontar, entre todos, las dificultades que para la evangelización supone la despoblación de muchos de nuestros pueblos, pensar qué respuesta pastoral debemos darle a esta situación, pero también a la transmisión de la fe a los niños, el acompañamiento –también vocacional– a los jóvenes, o repensar la misión caritativa de la Iglesia para atender no solo a los pobres materiales, sino también las nuevas pobrezas espirituales”, señala a Vida Nueva el obispo Atilano Rodríguez.
Queda un largo camino diocesano por delante, con la consulta por escrito que se va a hacer a los fieles para que ofrezcan sus impresiones e inquietudes, y con cuyas respuestas se preparará el material que iluminará la reflexión sinodal. Al final de ese trayecto en comunión, al obispo le gustaría que quedase “una pastoral con una mayor incidencia en la presencia pública de la Iglesia en la sociedad, en las familias y en las instituciones, para que el anuncio del Evangelio llegase a todos y llenase de alegría el corazón de las personas”. Pero lo importante ahora, subraya Rodríguez, “es escuchar al Espíritu y el Pueblo de Dios”.
Trece sínodos
Este sínodo supone la decimotercera asamblea sinodal de la sede manchega a lo largo de varias etapas históricas. El primer sínodo del que se tiene constancia, en el antiguo obispado de Sigüenza, fue convocado en 1380 por Juan García de Manrique. En los siglos posteriores, antes del Concilio de Trento se realizaron otros cuatro sínodos. Desde Trento al Vaticano II se celebran otros siete.
Además, este es el primer sínodo que se celebra desde la reestructuración de los límites diocesanos y la erección de la nueva diócesis, el 9 de marzo de 1959. El último sínodo se celebró hace setenta años.