En plena tensión en las calles de Cataluña por los CDR y la huelga de hambre de los partidos independentistas, con la situación de alarma en Francia por los chalecos amarillos y ante el vuelco electoral en Andalucía, el cardenal arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, alerta de cómo “los populismos buscan romper el statu quos y fomentan un clima de polarización y confrontación, que podría interpretarse como una especie de revolución encubierta”.
Frente a ello, Omella en su carta dominical titulada ‘El verdadero políticamente correcto’ señala que “el mejor antídoto es volver a la política de verdad, la que busca, por encima de todo, el bien de los ciudadanos. Hay que resolver los problemas evitando la vía del enfrentamiento y sin ceder a la tentación de soluciones mágicas a problemas complejos”.
El cardenal de Barcelona alerta del riesgo de buscar “un culpable externo” y de “perder la esperanza”, consciente de que “Europa, y en particular nuestro país, está pasando momentos de crisis política y social que son, en parte, consecuencia de la severa crisis financiera y económica global que comenzó en el año 2007”.
Por eso, defiende la democracia como “el mejor de los sistemas posibles, siempre que nuestros representantes políticos busquen ante todo el bien común”. Sin embargo, se muestra preocupado porque en la actualidad, “en lugar de ser un instrumento al servicio de la sociedad, se transforma en una plataforma para acceder al poder, enriquecerse y poder dominar”.
Por eso, el purpurado reivindica la urgencia de “recuperar el sentido más auténtico de la política”, en la línea del Concilio Vaticano II, en tanto que sea “un instrumento decisivo al servicio de la persona, de la comunidad y de la convivencia social, que busca siempre el bien común de los ciudadanos”.
Así apuesta por la teoría de la cooperación de Jacques Martain, uno de los padres de la Declaración de los Derechos Humanos, para defender que “la diferencia no debe ser fuente de discordia, sino de enriquecimiento mutuo y cooperación. Lo que nos une es mucho más de lo que nos separa”.
Y, citando al Papa Francisco, recuerda que “la varita mágica no funciona en política”, sino más bien “un realismo saludable”. Para terminar, Omella implora a Dios para que los gobernantes “sean coherentes con su voluntad de servir a todos, especialmente, los más vulnerables y necesitados”.