Poner fin a un matrimonio supone un cambio de vida ante el que cada persona se enfrenta “de una manera distinta, ya que cada situación es única”. Así lo explica a Vida Nueva Isabel Campoy, miembro del Grupo Santa Teresa, una iniciativa de la Delegación de Familia y Vida de la Diócesis de Toledo cuyo objetivo es prestar apoyo a mujeres que atraviesan la ruptura del matrimonio.
A partir de ‘Amoris laetitia’ comenzaron las reuniones mensuales del grupo, cuya dinámica empieza con “un rato de oración ante el Santísimo” y que continúa con la lectura, ahora mismo, del libro ‘La libertad interior’ de Jacques Philippe. Pero esta estructura depende de cómo se desarrolle cada jornada, ya que “en muchas ocasiones surgen cosas distintas, como el hecho de que llegue alguien nuevo que necesita ser escuchado”. Además de participar activamente de la vida de la Diócesis, en el Grupo Santa Teresa también se realizan otras actividades, como excursiones y peregrinaciones.
“Todas llegamos al grupo en una situación diferente”, añade, ya que “hay rupturas esperadas, otras que no lo son, así como situaciones familiares más o menos complicadas…”. Habiendo vivido ella misma un divorcio, Campoy señala que lo que sí es “general” en todas las que participan en el grupo es el “desgarro interior con el que llegamos a él, así como la sensación de abandono que tenemos”.
“Sentirse acogidas por la Iglesia”
“Inicialmente todas buscamos comprensión y apoyo”, dice, pero hay algo “más profundo”, que no es otra cosa que “el sentirse acogidas en la Iglesia”. Y es que “cuando sientes que has fracasado en la vida”, también “te sientes rechazadas en ciertos aspectos”. Y es aquí donde la Iglesia diocesana “se demuestra acogedora”.
Ante esta situación Campoy señala que “lo más importante es reaccionar y buscar en la fuente de la fe”. Por este motivo, “acogen con los brazos abiertos” las palabras de Francisco en ‘Amoris Laetitia’. “Podemos dar testimonio de que no hemos fracasado, de que por no estar casadas no estamos incompletas”, subraya, sino que “somos mujeres llenas de virtudes y capaces de todo”. “Y es precisamente esto” lo que ha transmitido el Papa con su exhortación: “Una felicidad plena y muchas ganas de vivir”.