“Observando con atención nuestra sociedad contemporánea, se encuentran numerosas contradicciones que inducen a preguntarnos si de verdad la igual dignidad de todos los seres humanos, solemnemente proclamada hace 70 años, es reconocida, protegida y promovida en toda circunstancia”. Con motivo de las siete décadas pasadas desde la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el papa Francisco se hizo esta pregunta en el mensaje que envió este lunes 10 de diciembre a los participantes en la conferencia internacional para conmemorar esta efeméride organizada por la Pontificia Universidad Gregoriana y por el dicasterio para el Servicio al Desarrollo Humano Integral.
“Persisten hoy en el mundo numerosas formas de injusticia”, denunció el Pontífice, señalando como causas las “visiones antropológicas reductivas” y un modelo económico “basado en el beneficio, que no duda en explotar, descartar e incluso matar” al ser humano. “Mientras una parte de la humanidad vive en la opulencia, otra parte ve su propia dignidad despreciada o pisoteada y sus derechos fundamentales ignorados o violados”.
Entre esas víctimas, Jorge Mario Bergoglio citó en particular a los niños no nacidos por culpa del aborto y a quienes no tienen acceso “a los medios indispensables para una vida digna”. También se acordó de aquellos que no reciben una “educación adecuada”, de los que “trabajan como esclavos” o se les niega el empleo, de los presos “en condiciones deshumanas” o de los desaparecidos y sus familias.
“Mi pensamiento va también a todos aquellos que viven en un clima dominado por la sospecha o el desprecio, que son objeto de actos de intolerancia, discriminación y violencia por su pertenencia racial, étnica, nacional o religiosa”, dijo el Papa, sin olvidarse de mencionar a las víctimas de las guerras mientras los “mercaderes de la muerte sin escrúpulos se enriquecen con el precio de la sangre de sus hermanos y hermanas”.
Francisco hizo un llamamiento en su mensaje para que todas las personas contribuyan con “valentía y determinación” a que se respeten los derechos humanos de todas las personas, “en especial de las ‘invisibles’”. Este mandato tiene un “significado especial para los cristianos”, subrayó.
Los políticos y aquellos que tienen “responsabilidades institucionales”, dijo Bergoglio en la parte final de su alocución, deben poner los derechos humanos “en el centro de todas las políticas, incluso las de cooperación al desarrollo, aunque eso signifique ir contracorriente”.