Durante la homilía de la misa celebrada hoy, 11 de diciembre, en Santa Marta, Francisco ha señalado que el “consuelo de Dios” a su pueblo se da “por medio de la salvación”. Lo ha hecho a partir de la primera lectura del libro del profeta Isaías (Is 40: 1-11), ante lo que ha subrayado que “la buena noticia es que hemos sido salvados”. “Cristo resucitado, en los 40 días que estuvo con sus discípulos, hizo precisamente eso, consolar”, ha añadido.
A veces “no queremos arriesgarnos y nos resistimos al consuelo” como si “estuviéramos más seguros en las turbulentas aguas de los problemas”. Esto “nos lleva a apostar por la desolación, los problemas y la derrota”, demuestra que “estamos apegados al pesimismo espiritual”.
Como ejemplo, el Papa ha indicado que, en las audiencias públicas, algunos padres acercan a sus hijos para que Francisco les de la bendición y “algunos de los niños, al verme, comienzan a llorar porque, al verme vestido de blanco, piensan en el médico y en lo que duelen las vacunas”. “Así somos nosotros”, ha añadido, “cuando el Señor nos da su consuelo”.
Bergoglio ha continuado su homilía señalando la manera “en la que el Señor nos consuela”: la ternura, una palabra que “borra todos los vicios que nos alejan del Señor”. “La ternura es aterradora”, ha continuado, explicando que, “cuando un niño llora, la madre lo acaricia y tranquiliza con ternura, una palabra que el mundo de hoy, de hecho, elimina del diccionario”.
El Papa cree que “el estado habitual del cristiano debe ser el del consuelo, incluso en los malos tiempos”. Como ejemplo de ello, ha señalado a los mártires que “entraron en el Coliseo cantando” o a los “buenos obreros coptos en la playa de Libia, asesinados, que murieron clamando el nombre de Jesús”. “En todos ellos”, ha añadido Francisco, “hay consuelo en su interior, una alegría que se ve incluso en el momento del martirio”.