Parece que aquello que algunos líderes políticos y sociales australianos profetizaban de que no habría justicia en el país hasta que no metiesen a un cardenal en la cárcel está más cerca de ser una realidad. Y es que por fin se va conociendo el veredicto del proceso que llevó al George Pell a apartarse del Vaticano y preparar su defensa para afrontar el duro proceso.
Ahora ha sido declarado culpable de cinco cargos por grave conducta sexual inapropiada con dos niños –uno de ellos uso de la violencia–, en la Catedral de San Patricio de Melbourne. Los hechos se remontarían a la década de 1990. Es lo primero que sale a la luz tras un juicio en el que se ha respetado escrupulosamente el secreto de sumario. Se ha sabido algún detalle, como que la deliberación del jurado a durado 3 días y que, como es preceptivo, el voto de los 12 miembros debe ser unánime.
El siguiente paso por parte del cardenal australiano de 77 años de edad, encargado hasta hace unas meses supervisaba las finanzas vaticanas tras las reformas del papa Francisco será, será previsiblemente la apelación de la sentencia. Todo esto, además en el día en el que se ha conocido que el cardenal ya no forma parte del C-9 en el que figuraba a pesar de su excedencia.
La figura de Pell es conocida, ya que desde 2001 como arzobispo de Sidney gestionó la aplicación de protocolos y la atención a las víctimas de abusos de la diócesis principal de Australia. Los casos juzgados ahora se remontan a acusaciones de hechos ocurridos en los 70, en la etapa de sacerdote en Ballart –su población natal– y los 90 como obispo auxiliar de Melburne. Queda pendiente el juicio por los casos más antiguos y por un grupo de las víctimas de Melbourne que pidió un proceso separado.
La sentencia no ha sido publicada por el tribunal para “prevenir un riesgo real y sustancial de perjuicio a la buena administración de justicia”, según los medios del país. Por su parte el portavoz vaticano, Greg Burke, se ha limitado a recordar que “la Santa Sede tiene el mayor respeto por la autoridad judicial australiana”, y más cuando “existe una medida que impone silencio” en torno al juicio que hay que respetar.
Ahora, desde el martes el cardenal Pell quedará libre bajo para poder someterse a una intervención quirúrgica en la rodilla en Sydney, descartado por el magistrado el “riesgo de fuga”.